Relato de ficción
La casa inundada
Andre y Lola son dos amigas que sueñan con ser escritoras y tener su propia editorial. Estas son sus charlas de WhatsApp durante tres largos años, de 2017 a 2019, en los que en su vida pasa de todo. Sigan el derrotero de estas dos chicas interpretadas por las geniales Pilar Gamboa y Laura López Moyano. Escribe, como los dioses, Melania Stucchi.
Noviembre, 2017
¿Podés creer que recién fui a comprarme un vino a la vinoteca de la otra cuadra y el que atiende me dijo que cierran a fin de mes? Todo cierra, ¿cómo es posible? La semana pasada cerró ese local de carteras de diseño, en donde me compré la mochila bordó, esa que vos decías que… Pará, recién casi me mata una moto. Después te sigo grabando.
Amiga, todo se está yendo a la mierda, acá en San Martín están todos los locales del barrio en alquiler. Cerró la carnicería de los gordos que estaba hace veinte años. Yo no sé cómo los siguen votando.
Ya está, ya llegué a casa, ahora te puedo hablar tranquila. Sí, ya sé, soy la burguesa que se queja porque le cierran las vinotecas y los negocios de carteras. Andre, no me des más culpa de chica con privilegios. Igual, hoy di seis clases de inglés seguidas. Cuatro a colegas abogadas de mi madre. Infumables. No quiero nunca ser ellas. Esperá, que me abro el vino. Estoy alcohólica, llegan las ocho de la noche y me tengo que servir una copa de algo. Escucháme, te quería contar una cosa, le volví a escribir al de la editorial. Tres veces le tuve que escribir para que me contestara. Me dijo que no están recibiendo material, que la situación, que blablablá. No me van a publicar nunca. Estoy harta. Antes de seguir, ¿cómo está tu mamá?
Tranquila, Lola. El otro día le contaba a Fabi de cuando publiqué la novela, del tarado del editor que no paraba de tirarme flores, decía que era la máxima representante del trash poético conurbano y de cómo ahora no me contesta los mensajes. Voy a tener que hacer que la policía mate a algún otro primo mío para que me vuelvan a publicar. ¿Mi mamá? Insoportable como siempre. Ahora parece que le bajó la presión.
Yo siento que te lo hace a propósito, para enloquecerte. No le des tanta bola. Decile que te vas a mudar. ¿Porque algún día te vas a mudar, no?
Yo también siento que lo hace a propósito, pero es mi madre y no quiero que se muera sola. Qué sé yo. Hablemos de lo importante. ¿Y si ponemos una editorial nosotras?
Ay, no. No quiero transformarme en esa gente que no tiene nadie que lo publique entonces pone una editorial para publicar a otro para después pedirle que lo publique a él. No caigamos tan bajo.
Lola, de alguna forma hay que entrar en el juego. ¿Qué vamos a hacer? ¿Guardar todo lo que escribamos en la computadora? Yo quiero publicar, quiero que me lean. Esperame que empezó a llover fuerte, tengo que poner las compuertas en casa.
Te juro que no puedo creer por qué, aunque sea, no se mudan a un departamento. Obvio yo también quiero que me lean. El tema es qué hacés para conseguirlo. Me parece que llegó Pedro. ¿Te conté que le dije a Pedro de hacer una cosa medio bondage y no quiso? Y se quedó traumado, me parece. Se le confunde la violencia real con la consentida. Después hablamos. Contame si necesitás algo. Me pone nerviosa que vivas en esa casa.
Mamá no quiere mudarse porque dice que esta casa es todo lo que le queda. No sé, un departamento sería insoportable para las dos. Acá por lo menos me voy arriba y no le veo la cara por un rato. Hablando de violencia real, no te lo iba a contar porque te vas a enojar, pero te lo cuento: el budista el otro día me empezó a acabar en la boca sin avisarme. Y no me animé a decirle nada. Y después me dijo que no me voy de mi casa porque estoy encerrada en el útero materno. No sé, o sea, más allá de que tenga razón o no, no querés escuchar eso en la cama de un telo después de que te acaban en la boca sin avisar. ¿No? Soy una tarada, mi vida es un fracaso. Me voy a poner las compuertas que mamá ya está a los gritos. Pongamos una editorial y llamémosla: la casa inundada. Te quiero, que la pasen bien.
Hola, llovió muchísimo, me quedé pensando. Por ahí, ya te fuiste a dormir. Nos tomamos dos vinos con Pedro. Al budista no lo veas más, ya te lo dije. Ese pibe es todo lo que está mal. Igual, si querés verlo, no te juzgo. Pero no te hace bien. Me gusta La casa inundada ediciones. ¿Y vos a quién decís de publicar?
Enero, 2018
¿Cómo va? Empecé a leer cinco archivos que nos mandaron. No me gusta nada. Son muy pretenciosos. Hay uno, de una chica, Camila Berardi, no está mal, pero no es lo que quiero para nuestra editorial. Hay otro de un chico que no tiene puntos, supongo que porque eso es para él la literatura culta. No sé, no me gusta ninguno. Anoche mamá se cayó y terminamos en la clínica. No pasó nada. Pero hoy no se quiere levantar. ¿Tendrá depresión?
Uh, ¿por qué no me avisaste? ¿Y si va a un psicólogo? ¡¿No te gustó el de Camila Berardi?! Me pareció brillante. Es crudo, tiene fuerza, me angustió cuando lo leía. Toda la parte en donde cuenta la enfermedad y el encierro de la hermana y lo relaciona con lo que les hacía el padre cuando eran chicas. La prosa me hizo acordar a Onetti. Pedro hizo unos logos posibles, después te los mando, hay uno que me gusta, no te digo cuál porque quiero tu opinión sin influencia.
Me parece una tristeza impostada. Sentí que es esa gente que tiene una vida tranquila y escribe cosas terribles para que les duela algo. O, por ahí, nada que ver. Y ella sufrió todas esas vivencias. Pero se la ve una chica que tuvo una educación en colegio progre caro, cuyo máximo trauma fue que sus padres intelectuales se separaran cuando ella era chica. ¿Puede ser? Es un estupidez lo que estoy diciendo. No me gusta la idea de que para que sea literatura tiene que ser desgarrador. Yo siento que cuando me publicaron fue porque la historia era sobre mi primo que mató la policía. Como el hombre elefante, traigamos a la chica marginada. Si no escribo sobre eso, no me responden. Me gustaría que el primer libro de nuestra editorial sea diferente Después publicamos de muertes, enfermedades terminales, mujeres maltratadas y violadas y pobreza extrema. Que también me gustan. Vos me entendés. Bah, creo que me entendés, cualquier cosa, decime. Otra cosa que nada que ver: me enteré de que Marina está embarazada. ¿Qué onda? Cinco casos en dos meses. Me pone un poco triste, ¿no te pasa?
Me hiciste reír fuerte. Estamos en la edad. Yo veo embarazadas todo el tiempo. Ponerse triste me parece un poco fuerte. El otro día con Pedro dijimos que él debería quedar embarazado. Sería mucho más razonable. Claramente él tiene todo para ser el embarazado de la pareja. Es más responsable, ordenado, tranquilo, le gusta quedarse en casa, le gusta cocinar. Si fuera por mí, el gato ya habría muerto, pobre. Con lo de Camila… y sí, un poco, tenés razón. Pero no me parece una razón no publicarla porque la mina imposte el dolor. Lo hace bien, es efectiva, es literatura.
Le conté a mamá de la editorial. Me preguntó si nos íbamos a autopublicar. Le dije que no, que no estaba bien visto. Me dijo, ay, nena, entonces para qué van a hacer una editorial. Porque nos gusta, mamá. Me dijo que si era así, estaba bien. Pero que no entendía por qué si lo que más queríamos era que salieran nuestros libros, no nos dedicábamos a sacarlos nosotras. Ella siempre se tiene que meter en lo que no entiende y explicarte cómo tenés que hacerlo. Después le dije del psicólogo y me dijo por qué, te creés que estoy loca, yo estoy bien de la cabeza, el problema es que tengo una vida de mierda. Olvidate, es un caso perdido.
Ay, no puedo parar de reírme. Me hiciste acordar, me crucé con Pablo, me dijo que se había enterado de la editorial, que le parecía una idea genial, que estábamos locas, que el país se hundía y nosotras nos metíamos en eso. Le gustó la casa inundada, dice que estamos danzando en el Titanic. Así, gesticulando, viste cómo es él. Que le avisemos si necesitamos algo. Buena onda.
No le creo nada. Tres veces le escribí para ver si había leído mi novela. No me contestó. A vos te habla porque… Bueno, no sé por qué te habla. Sí, sé, pero te vas a enojar.
Tardé en responderte porque estaba mirando un tutorial para cortarme el flequillo y creo que hice un desastre. Me voy a poner a llorar.
Yo, te juro, no sé porque te ponés a cortarte el pelo sola, ¿cómo se te ocurre una cosa así? Eso lo hacen los adolescentes. Vos tenés veintinueve años, ¿entendés eso?
El otro día una amiga de cuarenta y cinco me decía que los treintas son la peor edad, porque es ese momento en el que sos más funcional a la sociedad, querés realizarte, querés progresar en tu trabajo, te casás, tenés hijos, todos esos desastres juntos. Dejame que me corte el flequillo con tutoriales como una de veinti. Vamos a poner una editorial, estamos locas, dancemos.. Nos amo.
Junio, 2018
¿Y? ¿Cómo te sentís? ¿Cómo llegaste a tu casa? A mí me quedó una sensación rara. Después de que te fuiste nos quedamos con Pedro, Julián, Ana y Rita fumando y hablando y decían que estuvo bien. ¿Estuvo bien?
No había gente, no compraron libros. Ya sé que dedicarse a la literatura es fracasar, pero me parece que no estuvo muy bien. Yo estaba tan borracha que hay partes que no me acuerdo. Traje a Nick Drake a mi casa, lo hice subir por la escalera de atrás, no sé por qué hice eso. Creo que mi mamá dormía.
¿Te llevaste al pibe que cantó a tu casa? ¿Desde cuándo los llevás a San Martín? Había gente, no estaba lleno. Vendimos cincuenta y ocho libros. No está tan mal.
Tengo la sensación de que le dije algo terrible a alguien y no me puedo acordar a quién. Me siento muy mal. Estaban las bobaristas, ¿vos las invitaste? Sé que a Nick Drake le di un beso, me fui corriendo al baño, vomité y él me agarró y me dijo te llevo a tu casa. No lo traje, él vino. No cogimos. Dormimos, se levantó y se fue.
Una cosa que no llegué a contarte. En un momento, Pablo se me acerca, me felicita, yo sé que vos decís que es porque está caliente conmigo, pero Pablo es gay. Y me dice que le gusta nuestro espíritu o algo así y que nunca le había mostrado nada de lo que yo escribía, que le mande algo. Las bobaristas no sé por dónde se enteraron, pero está bueno que hayan venido. La que era amiga mía está viviendo en París, por ahí les contó desde allá, pero me parece raro.
Pablo es bisexual y lo sabés perfecto, Lola. No se puede resistir a tus encantos. Las de tu look linyera chic son su debilidad. Yo, si me fuera a vivir a Europa, iría a Berlín. O a Londres. Bueno, para eso tendría que saber inglés. Debería retomar. Buscame una profesora amiga tuya. No de las bobaristas. Estoy por cumplir treinta y nunca viajé en avión, ¿te das cuenta? Las bobaristas, cuando teníamos veinte años, me rechazaron un texto porque les parecía muy moderno. En realidad, me discriminaban porque yo era una pobre bruta de San Martín. Ellas leían a Flaubert en francés, excusez moi. Yo no podía romantizar el siglo XIX, porque en San Martín, básicamente, lo seguíamos viviendo. Paren todo. Estoy bajando las escaleras y escucho que está Nick Drake charlando con mi mamá en la cocina. No se había ido. No te la puedo creer.
Septiembre, 2018
Me acabo de comprar un pasaje para ir a visitar a mi amiga, la que vive en París. Pedro me terminó de convencer. Me dijo que aproveche que tengo alojamiento gratis. Estoy loca, el dólar se va a la mierda y yo me voy a Europa. Y hablando de locura, me acordé de vos. Porque creo que deberíamos pensar en un segundo libro. Y esta vez sí, creo que deberíamos ir con el de Camila Berardi. La novela está buena, ella escribe bien. ¿Cómo anda Nick Drake?
Basta, no le digas así, se llama Julián. No quiero publicar a una chica que escribe bien porque tiene plata y tuvo buenos profesores y… no sé.
Dale, hagamos una solicitada: buscamos manuscritos de chicas pobres que no hayan tenido buena educación, pero que tampoco escriban historias desgarradoras, porque hacer literatura con eso es fácil, deberían hablar de cosas triviales, pero que, en definitiva, son la vida, y no haya ninguna pose en eso. ¿Te parece? No tiene sentido lo que estás planteando, Andrea.
Sos una tarada, me hiciste reír. No digo eso. Me acabo de manchar con yogur. O sea, me acabo de tirar el pote encima. Y sigo hablando, eso es lo que no tiene sentido. Esperá que me limpio.
Marzo, 2019
¿Leíste la nota que salió sobre el libro de Camila? Somos las editoras estrella del momento. Sacamos segunda edición en cualquier momento. En este pequeño mundo literario, hermoso espectáculo sin público, nosotras somos las bailarinas del Titanic. ¿Cuándo nos juntamos a festejar?
Hola, no te preocupes demasiado. O sí. Anoche salimos con Julián, fuimos al cine, ni me enteré del diluvio. Cuando salimos tenía dieciocho llamadas perdidas de mamá. Entraron veinte centímetros de agua, una rata, mamá se cayó, se rompió la cadera. Ya la operaron. Yo estoy acá.
¿Dónde están? Voy para allá. Dicen que la operación de cadera es una pavada, que caminan en seguida. Tu mamá además es joven. Dame la dirección del hospital.
Mayo, 2019
¿Cómo estás? No me contestaste. No te quise mandar de nuevo mensaje para no molestarte. Hablemos, avisáme cuando puedas.
Perdoname, estuve con mil cosas. Estoy bien. Hoy se llevaron toda la ropa de mamá, la doné a un hogar de acá cerca. Te tengo que contar muchas cosas. A Julián se le vence el contrato de alquiler y se va a mudar acá. Ya sé que es rápido, pero no tiene plata, quiere empezar a dar clases de guitarra. ¿Vos viste lo que piden las inmobiliarias para alquilar? No se puede. Yo voy a poner la casa en venta, pero ya me dijeron que una casa así va a ser muy difícil de vender. Tampoco la quiero regalar.
No soy el mejor referente. Yo tardé cinco en años en mudarme con Pedro. Soy un poco lenta para todo. Te tengo que hablar de nuestra editorial. Tengo una buena noticia. Nos escribieron de España, que quieren distribuir el libro de Camila Berardi allá. En realidad, fue un contacto de Pablo. Iba a aprovechar el viaje a París y me doy una vuelta por España, si te parece nos vemos y lo charlamos bien.
Julio, 2019
Hace treinta grados y estoy en tetas en la Mar Bella frente al Mediterráneo, rodeada de gays tomando sol uno encima del otro. Te hablo ahora para contarte porque no puedo creer lo que me pasó. Vine acá con el distribuidor catalán que también es editor. En este momento se fue al mar. Nos llevamos súper bien de entrada. Dice que Pablo le habló maravillas sobre mí. Y me dice que yo entiendo la literatura como él y que quiere que trabajemos juntos, que me quede. Suena todo un delirio. Pero lo llamé a Pablo y le pregunté y me dijo que si me lo propuso, por algo es. Que los catalanes no hablan por hablar, que nunca te ofrecen nada y que si me preguntó es porque debe haber una oportunidad concreta y verdadera. Yo tengo la nacionalidad así que, por ese lado, no hay problema. No sé cómo decirle que no y no quedar tan mal.
¿Vos estás loca? ¿Por qué le vas a decir que no? Acá hace mucho frío y se rompió la estufa y estoy esperando al técnico para que venga a arreglarla. Lo que me contás es soñado. Yo también tengo algo para contarte. Te dejo con la intriga.
Tengo una vida en Buenos Aires, un novio, una editorial con vos. A mí me gusta mi departamento, el gato al que me olvido de alimentar, ¿por qué me querría quedar acá?
Lola, porque es soñado.
¿Soñado? ¿Por quién? La verdad es que el viaje me ordena las ideas. Tu mamá tenía razón. Ni sé para qué puse una editorial, yo lo que quería era publicar mi libro. No sé para quién te parece tan soñado esto.
Mi mamá era una depresiva que se murió porque no quería vivir, porque no quería que yo creciera, quería que me quedara a vivir con ella por siempre. No tenía razón en nada. Y no «pusiste» una editorial, en todo caso, lo hicimos juntas.
Esperá, calmáte. Te veía tan bien con todo lo de la muerte de tu mamá que no me imaginé que te ibas a poner así porque la nombrara. Perdón. ¿Qué es lo que ibas a contarme?
No podés ser tan psicópata de decirme que me veías «tan» bien con lo de mi mamá. ¿Que se supone que quiere decir eso? ¿Qué? ¿Somos «El extranjero» de Camus? Trato de estar bien. Debe ser que me pasaron muchas cosas horribles y trato de seguir adelante. No soy como vos que le pasa algo soñado y, ¿qué hacés? Te deprimís, sorry, cómo salgo de esto, ay. ¡Qué gran problema! Por eso la quisiste publicar a Camila Berardi, porque sos igual a ella. Mi noticia es que estoy embarazada. Sí, me cuidé, nunca acabó adentro, pero me la metió sin forro un par de veces. Sí, hablamos con Julián y queremos tenerlo. Y no, nos parece un problema. Nos da felicidad.
Agosto, 2019
Hola, ¿cómo estás? Vi que llegaste ayer a Buenos Aires. Perdonáme que no te respondí los llamados. Quería saber cómo te había ido en París, vi las fotos. Me gustan en las que están con la bobarista en la Sacré–Cœur de Montmartre. O como se diga. Tenés el pelo re lindo. También quería saber qué había pasado con el editor, distribuidor o lo que sea catalán. Te mando un beso.
Qué lindo escucharte. Justo estaba por ir a comprar un vino al chino. No sé, había algo que no fluía en ese proyecto. Después te explico mejor. Por ahí es que me gusta vivir en el fracaso, no te lo voy a negar. Lo pensé mucho. Hago esto porque me gusta. Si eso deja de pasar, ¿qué sentido tiene? Contame vos cómo estás.
No sé, no lo veo así. Me parece que para conseguir determinadas cosas hay que… Parezco mi mamá hablando. Si vos sos feliz… bienvenida. Se me nota la panza. Mucho. Estoy engordando más de lo que debería. Mi vida probablemente se transforme en algo espantoso, pero qué querés que te diga, me dio felicidad. Me detesto. Intentaré seguir haciendo cosas. Seguiremos publicando desde la casa inundada.
No, olvidáte, feliz no soy. La felicidad es algo sobrevalorado. Claro que vas a seguir haciendo cosas. Igual, Andre, yo no voy a seguir con la editorial. No siento algo que me motive ahí. Los proyectos hay que acompañarlos con las ganas, ¿no? Después lo hablamos bien, personalmente. Vos sabés que en París vi una youtuber francesa que es conocida allá, que explicaba cómo cortarse el pelo en la parte de atrás y la seguí y me quedó súper bien. Ahora te voy a mandar una foto de la nuca para que veas, te va a encantar.