Latinoamérica despierta
El estallido en Colombia. EL ESPECTADOR.

Crónica periodística

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La crisis política que afecta a Latinoamérica crece y se propaga. Pero ¿quiénes son los que protestan? ¿Comunistas? ¿La extrema derecha? ¿O en realidad se trata de una invasión extraterrestre? Solo es gente de a pie, harta y cansada de que no se las tenga en cuenta para nada. Sergio Elguezábal compara los mapas del descontento popular en la región y nos cuenta por qué todos ellos se parecen.

«Yo creo, como ustedes, que podemos ser más como país, porque más Colombia es menos injusticia, más Colombia es menos pobreza, más Colombia es menos rencor…».

Iván Duque, presidente de Colombia. 0m15s

Si lo pudieras ver, lo verías de traje. Imaginá un hombre joven, trajeado, grandilocuente y un poco lunático. Iván Duque es un presidente como el resto de los que gobiernan en la región. Como los otros, ejerce una representación insuficiente.

Todos ellos, los presidentes, son la síntesis de democracias raquíticas para hacer frente a las nuevas demandas. No necesito escribir mucho más para que me entiendan, sobre todo aquellos que cada día se levantan para ir al trabajo y volver a sus casas sin más. Una especie de mantra que les permite sobrevivir pero sin posibilidad de influir en nada. 

El malestar es insoportable. Y desemboca en una desobediencia civil que involucra a millones de personas saliendo a la calle, cruzando los puentes, escalando los monumentos. Ecuador, Chile, Bolivia, ahora Colombia. Todo saliéndose de la olla como cuando la temperatura supera lo que hace falta para el primer hervor. 

«Los estudiantes, los trabajadores, los artistas y la gran mayoría de las personas que se movilizaron lo hicieron con la intención legítima de hacer oír su voz…».

Iván Duque. 0m15s

La representación formal te lo cuenta como lo haría un relator de fútbol en la ceremonia inaugural de un mundial a las 10 de la mañana. Con asepsia y desde afuera. Te la cuento desde adentro y sacudido por esta especie de rebelión de la periferia. Hay cuatro o cinco cosas que unifican la protesta, sin importar el país donde suceda:

La gente baila, se disfraza y salta. La gente canta. La policía reprime, hiere y en algunos casos mata. Los presidentes hacen discursos grandilocuentes. 

La prensa miente. Y los manifestantes, bueno, los manifestantes rompen y no paran de romper.  

Los presidentes hacen discursos tan afectados como siempre. Capusotto podría ponerlos completos de inicio a final y todos nos cagaríamos de risa. Hace pocas semanas la presidenta interina de Bolivia le habló delante de una cortina, de esas con pliegues que usamos en la cocina, al comandante de las fuerzas militares porque el General no quería hacerle caso.

«Porque usted desde esta mañana se está negando a coordinar con la policía nacional que desde la mañana le está diciendo que su personal de calle está siendo rebasado por las hordas delincuenciales…». 

Jeanine Añez, presidenta interina de Bolivia. 0m45s

La prensa «seria» está perturbada. Es que, en el mundo que tenía velo, estaban del lado contrario, defendían los intereses de los dueños y sus corporaciones. Ahora andan desconcertados buscando quién lidera la protesta, como si el problema estuviese en la movida histórica que se armó. Ahora tienen que ponerse en la piel de los que transpiran, se enferman, putean, se acurrucan, lloran, ruegan, esperan… Los del mantra. Para colmo están en rebelión, es decir, tampoco les creen y, si pueden, les tiran piedras a las vidrieras de los edificios donde funcionan los periódicos.

«Son vandalismo puro».

Iván Duque. 0m30s

Otra cosa que incomoda y caracteriza la protesta es la demanda continua. En Chile es donde mejor se ve. Los legisladores propusieron bajarse la dieta un cincuenta por ciento, decretaron aumentos de salarios y jubilaciones y prometieron cambiar la constitución. Y no les alcanzó. Piensan que hay que ir a fondo. La crisis del sistema es terminal. 

¿Por qué protestan? ¿Qué planes tienen? Dicen que son los comunistas y que habría que invocar al TIAR (un tratado que se usa para la guerra) para acabar con las protestas y con ellos, todos los comunistas. Ni el más convencido de los comunistas podría creer que tengan tantos adeptos de golpe. ¿Es la derecha extrema entonces?  ¿Son hippies, lúmpenes, «panzas llenas»? ¿Quiénes son? ¡Alienígenas!

¿Y si fuese al revés? ¿Si preguntasen los que salieron a pata o en bicicleta? Hagamos el ensayo de escucharlos. Esas voces dirían: «¿No les parece utópico un mundo donde unos muy pocos crean que heredarán todo? ¿No es ilusorio naturalizar que primero están los mercados y luego todos nosotros? ¿Nos explicarían por qué somos la región más desigual del planeta y cuál es la raíz y naturaleza de esa violencia extrema?». Los de a pata preguntarían a los cronistas de la tele: «¿Qué saqueos van a mostrar? El saqueo sistemático y naturalizado o el saqueo de cuatro encapuchados a un súper del centro?». 

«Nuestra invitación es a trabajar juntos, a hacer más juntos, y a llevar a Colombia más lejos, juntos como Nación…».

Iván Duque. 0m38s

Hasta hace pocos meses todos contentos, a la casa y al mantra. Hoy no les cree nadie. Parece que se portan bien, pero se portan mal. Dicen que el futuro será para todos pero saben que el futuro, con suerte, será solito para ellos.