Pobre Nahir: sueña conmigo
Nahir Galarza en medio del juicio. Télam.

Crónica policial

Audio RevistaOrsai.com Pobre Nahir: sueña conmigo

Esta es la segunda y última entrega que Rodolfo Palacios nos prometió sobre sus encuentros con Nahir Galarza. Ella le confiesa sus sueños con detalles mínimos y un anticipo: «Te miré en el juicio y me quedé impresionada. Eras igual al del sueño».

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Esta es la segunda entrega que el autor nos envió durante todo el mes de marzo.


«Yo tengo algo muy especial con mis sueños. Yo les presto mucha atención porque creo mucho en lo espiritual. Le presto mucha atención a mis sueños porque yo creo que ahí está la respuesta. Creo que cuando nos pasa algo se ve reflejado en los sueños, y me gusta despertarme y escribirlos. Igualmente yo diferencio los sueños comunes (los que pueden ser algo sin sentido) con los que tienen un mensaje. La mayoría de los sueños tienen mensaje, pero desde nuestro interior hacia nosotros… Sí: yo creo que me siento muy conectada».

Nahir Galarza, durante una entrevista con Rodolfo Palacios.

Nahir está más calmada. Un día después de su enojo, me dice que en realidad no se enojó conmigo, que fue un desahogo. 

—Con mis papás también me enojo.

—Ya lo sé.

—Es que a veces me ocultan las cosas. O me leen notas que salen sobre mí y cambian las palabras o se saltean cuando me atacan. Pero en la radio me entero de todo. Hasta de las cosas que vos escribís de mí.

—¿Qué soñaste anoche? —pregunté como para cambiar de tema.

—¡Otra vez! Ya empezaste. ¿Lo vas a publicar? 

—Sabés que me fascina saber sobre los sueños…

—¿De todos? ¿Coleccionas sueños?

—¡No! Sería insoportable. Ir al supermercado y preguntarle desde el repositor a la cajera, además de los clientes, qué soñó cada uno. Salir y seguir preguntando. Sería una pesadilla.

—¿Y vos no soñás?

—No como vos. Y mis sueños no importan.

—Te voy a contar un sueño. 

—Dale.

—En realidad lo que pasó después de un sueño. Anoche salí de la celda y fui por un pasillito y me asomé por una ventana, miré y el cielo estaba cubierto de estrellas y la luna estaba llena. A medida que te lo cuento lo revivo y se me pone la piel de gallina. ¿Podés creer que recordé que yo soñé todo eso antes de que me pusieran presa? No fue un déjà vu. Yo soñé con eso. Es decir, viví lo que soñé. O soñé lo que viví. Me quedé dormida y hoy me desperté y antes de lavarme la cara me puse a escribir todo esto en el cuaderno. Tengo muchos sueños escritos. Pero ahora no te los voy a contar.


Nahir está convencida de que hay mensajes ocultos en sus sueños.

Cree que en muchos de ellos está la respuesta que necesita para salir de un problema. Dice que aprendió a diferenciar entre los sueños comunes y los que tienen un mensaje.

—Me pasa que sueño con alguien y después lo conozco. Bueno, así me pasó con vos y muchas personas. Pero me lo guardo. Esto ya lo escribiste. 

—Lo voy a volver a escribir.

—¿Dónde?

—En Orsai, una revista muy linda. 

—¿En El País de España no?

—No. Ah, te cuento: la nota que escribí sobre vos para El País fue la más leída de ese día. La leyeron 500 mil personas. 

—¿Y te pagan más por eso?

—No. Si me pagaran por la cantidad de gente que lee mis notas, no tendría un peso.

—No entiendo por qué les interesa tanto mi historia. Es una locura. Siento que todos me miran. No soy una famosa. Hasta una muñeca mía hicieron y la vendieron a mil pesos. ¿Tan fea soy?

—¿Por qué lo decís?

—Porque la muñeca es horrible. Cambiemos de tema, mejor. 

—¿Tenés pesadillas?

—Ahora, no. Pero cuando fue todo este tema soñaba que me perseguían todo el tiempo. Personas, monstruos, animales. Era horrible. Yo corría y nunca me alcanzaban.


Cuando la entrevisté por primera vez para Infobae, me reveló que había tenido un sueño profético conmigo. 

Todo empezó el 25 de junio de 2018, antes de que declarara durante dos horas sobre la noche en que mató de dos balazos a Pastorizzo, y dijera que la mente se le puso en blanco, como una tele apagada, y que fue un accidente. 

Ese día, muy importante para ella, en medio de una sala de audiencias de Gualeguaychú llena de público y periodistas, miró a su madre —que estaba sentada delante mío—, le hizo una pregunta al oído y me miró. 

Días después, su padre me mandó un audio por WhatsApp: «Tenemos que contarte algo importante. Nahir tuvo un sueño con vos, pero te lo va a contar ella».

Cuando le dije esto a algunos amigos, no lo podían creer. Llegaron a pensar de que era una trampa, un delirio o simplemente una verdad inverosímil que superaba a la realidad y a la ficción. 

Mi vínculo con Nahir era una especie de obsesión para algunos de mis amigos o conocidos. Querían saber todo. «¿Está buena?». «¿Te vas a poner de novio?». «Adoro a la piba esa». Hasta dos de ellos me dieron cartas de amor para Nahir, que nunca le entregué.

La cuestión es que un día supe lo que Nahir le había dicho a su madre mientras me miraba. 

Ocurrió en agosto e 2018, cuando tuve mi primera visita con Nahir, en Gualeguaychú. Conocí su pequeña celda, algunas frases en inglés que no recuerdo y su labios con rouge marcados en la pared. Descubrí que leía sobre numerología, astrología y psicología. 

Ese día, me contó por qué me había mirado el día que declaró en el juicio:

—No estoy loca, he leído mucho sobre los sueños y hay un sustento científico. 

—¿Qué soñaste?

—¿No te vas a reír?

—No, para nada. En muchas historias policiales escribí sobre los sueños. Muchos fueron reveladores.

—Bueno, a mí me suele pasar que sueño sin rostros. Sueño con mi mamá, con mi papá o con mi hermano y no les veo la cara pero sé que son ellos. Antes del juicio soñé que en la puerta de casa aparecía un hombre, y cuando me acercaba a hablar me di cuenta que no lo conocía. Era de rulos, usaba lentes, tenía barba rala. Sentía que esa persona podá ayudarme, o podía confiar en ella. Te miré en el juicio, justo me había llegado tu carta y me quedé impresionada. Eras igual al del sueño. 

No supe qué decirle. 

Le pregunté si quería escribir un libro sobre el caso. Me dijo que no. Que escribía ficción.

—Quiero olvidar lo que pasó. Se perdió una vida. Por eso trato de poner la cabeza en los libros que me traes. La otra noche escribí un cuento, no quiero que lo lea nadie.

—¿Y para qué escribís si solo lo vas a leer vos? —le pregunto.

—Porque es mío, es como desnudarme, y me da vergüenza que lo lean —responde.

—Pero si el poema es bueno se va a publicar.

—Pero todo lo que haga yo, aunque sea bueno, van a decir que es malo, monstruoso, escrito por el diablo con forma de mujer.

Al final decidió darme el poema, que resultó ser un tautograma (formado por palabras que empiezan con la misma letra). 

—Si querés podés publicarlo. 

Nahir arranca una hoja del cuaderno Gloria y me dio el poema, que al final publicó Infobae. 

Lo lee con timidez:

Nada

Nadie te dice
Ni te advierte
No se puede entender, es que
Nunca fue imaginado
Negarse es en vano porque
Nadie escucha
Ni siente
Nula está tu mente y
Negros tus sentimientos, pero
Nada es más importante que vivir.

Nahir Galarza, 9 de diciembre de 2018. Paraná.

—¿Te gustó el poema?

—Sí.

—No te creo, me decís eso para no herirme.

—Te lo digo en serio. 

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