¡Orillate, cajeta!
Un joven a punto de ser arrollado. Getty.

Relato de ficción

Audio RevistaOrsai.com ¡Orillate, cajeta!

¿Por qué se quiere tirar abajo del tren el Caripi, si tiene la verga más larga de todo el Tucumán? Para empezar, porque se enamoró por primera vez en la vida. Y para peor, de una porteña. Disfruten de esta historia y, sobre todo, de la forma en que el autor le pone voz, y color regional, a cada personaje.

Orillate cajeta, orillate… La voz sonó clara contra el ruido del tren que venía de frente. Todavía no aparecía por la curva, pero ya se lo sentía vibrando en el suelo. ¡Orillate, cajeta! ¡Hacete pa’ acá! Pero el Caripi seguía con las patas sobre el durmiente, mirando las vetas profundas de la madera. 

—Me chupa el pingo. Me chupa bien el pingo esta vida verga… —dijo como un desafío, como un duelo contra la nada. 

Tenía los lienzos medio bajos y se le veía un poco el culo desde atrás. Era un jean gastado, hecho mierda, bien de pobre. El cierre de la entrepierna estaba abierto, pero no por rebeldía sino por descuido. Siempre había sido desaliñado y pelotudo, sobre todo pelotudo. 

—¡Orillate, Caripi, dale, jate jodé, culiá!

—¡Atrancalo, Fabián, atrancalo al boludo, que se orille!

—¡No me vua’ce matá por este culiá! ¡Meta, Caripi, jate jodé que va chorriá de achilata todo, cajeta! ¡Orillate, pelotudo!

El tren empezó a meterle bomba a la bocina. Peor que el grito de la policía era. Una, dos, tres veces. Sonaba contra el chirrido y el traqueteo de la locomotora, imparable, apareciendo por la curva. Ni el tiempo de frenar hacía. Se lo iba a llevar puesto hasta Lules al Caripi, estrellao contra el vidrio como polilla en parabrisas.  

—Vida verga… Ni aca vale —pensó el Caripi—. Ni verga me vuá orillá como una gallareta. Ni verga.

Levantó los ojos y lo miró de frente:

—Parate puto, o sacame a la verga y que cague.


Semo gente de trabajo nosotro’. Tenimo una lancha, ¿ha vito? De esa con remo pa’ bajá lo porteño que vienen al puente a hacé bangijampin. Gente bien, esa que siempre tiene pecsi en la heladera, que hacen la arañita en el ragby. Ese con la ovalada, ¿ha vito? Vienen y se tiran. Viera’ vo’ cómo se tiran del puente. 

A Caripi le decíamo Caripi por cara y pingo. A vece’ le decimo’ Tripo, porque le cuelga una verga larga que parece un banco ‘e tre’ pata’ el cajetudo, pero casi siempre le decimo’ Caripi. 

Era vicioso del puterío ‘e la ruta, ese de la lucecita’ roja en la puerta. 

Se amanecía en el puterío el Caripi y a la tarde íbamo’ al bangijampin. Le metíamo’ con la lancha del Eduardo que ni motor tenía porque el cajetudo lo había entregao por merca. Así de boludo también era el Eduardo. Tirada la había dejao a la lancha ahí a la vera de río. Se asaba al calor la lancha. Y el Caripi y el Adolfo se la habían hecho un día. 

ùPingo se la vamo’ a devolvé, culiá —había dicho el Caripi—, que se cague. Y el Adolfo mudo pero cómplice, como siempre. 

Y ahí nomá se la han llevao a la lancha y ya lo había apalabrao el Caripi al dueño del salto, dice. Era porteño el dueño también y había conseguío que la munipalidá le diera el permiso. Poco le habían cobrao pa’ que meta el salto ese en el puente. Y viera vo’ como venían lo’ porteño’ y se hacían atá la pata a la piola y meta pa’ abajo nomá, a güevo. Cuarenta, cincuenta metro’ tenía la piola, ve’vo. Viera’ cómo rebotaban lo saltarine’.

—Ni loco me tiro yo —li dicho al Caripi. 

—Vamo, cajeta —me ha dicho él, pero ni verga me iba tirá yo. ‘Ta loco el vago que se va tirá. 

—Yo me vua tirá —ha dicho el Caripi y se ha hecho atá la pata a la piola y verga, se ha largao nomá’… Viera vo’ como le flamiaba la remera en el aire. Hasta el orto tenía fruncido. Y de ahí nomá el porteño dice que le metamo gamba, que cincuenta peso’ por remolcada nos daba. 

—¿Cincuenta peso’, cajetudo? —li dicho yo—. Caripi, cincuenta peso’ larga este. 

—¿Cincuenta peso’? —ha dicho el Caripi. 

Cincuenta peso’ por porteño. Y ahí nomá le metemo’ con el Caripi y se vamo a la lancha del Eduardo y ahí nomá ya agarramo’ lo remo’ y a la verga. Cincuenta peso’ al bolso por cada uno que se hacía ata la pata a la piola y quedaba cuelgando. Y meta cincuenta de aquí, cincuenta de allá. Como quiniento’ al día le hacíamo’ con el Caripi y el Adolfo por juntá lo porteño’ que se largaban del puente con la pata a la piola.

Un día ‘taba ausente por enfermedá’ el Adolfo y había faltao. Y no va que se viene a tirá una porteña de remerita roja y no va que con el Caripi andabamo’ papando mosca’. Echao en la orilla con la pata en el agua andabamo’ nosotro’ y la porteña larga el grito y queda cuelgando dice, viera cómo rebotaba la porteña y nosotro’ papando mosca’ en la orilla. Ahí nomá le digo al Caripi:

—Meta Caripi que hay que juntala a la porteña que se ha largao con la pata a la piola. 

Hermosa la porteña, ve’vo. 

Y masomeno’ llegamo’ y la veímo cuelgada, ¿ha vito? La jeta mirando al agua tenía. 

—Soliviantala, Caripi —li dicho al Caripi yo. Y el Caripi masomeno’ la agarra pero no la baja. La jeta al agua tenía la porteña.

—Mamila, una propina —li dicho yo pero ni bola me ha dao. 

—¡Bajame, nene, que me estoy muriendo! —mi ha dicho, así como hablan ello’, ha vito. Y yo li querío pará la moto a la porteña:

—No sea’ maleducada, mamila, si tamo’ pa’ ayudate nosotro’. Ya te vamo’ a bajá —li dicho yo pero el Caripi no va que me frena:

—Orillate cajeta, que yo me ocupo —ha dicho el Caripi y ya le veía yo la jeta y pavo. 

Y le ha desatao la pata a la piola y la ‘mo subío a la lancha. 

—Meta, mamila, una propinita —li ha dicho el Caripi, y no va que la porteña hace llorá la billetera y saca veinte peso’ y se lo da al Caripi. 

—Aprendé, vo’ —mi ha dicho el Caripi con lo’ veinte peso’ en la mano y yo que me la quería comé cruda a la porteña. 

Y el Caripi que parecía que se había olvidao de cómo se remaba.  

—¡Eh, hijo de puta, pal’ otro lao! —li dicho al Caripi yo porque el pelotudo meta enterrá el palo en el agua pal’ lao que no era. 

—¡Pa’l otro lao, Caripi! —li dicho y el Caripi ahí nomá se ha desabombao y ha puesto el remo como era. Y ahí nomá la ‘mo traío de vuelta a la porteña y la ‘mo dejao en el puente. Viera vo’ como se reía de lindo la porteña. Hermoso tenía lo diente’. Guituda era, ¿ha vito? 

—Chau, billetera gorda culo bello —li ha dicho el Caripi así con sonrisita, ¿ha vito? Se hacía el galán el pelotudo. Y medio que la porteña lo ha mirao mal. 

—No seas desubicado —li ha dicho la porteña—. Así como hablan ello’, ¿ha vito? Lo ha frenao al Caripi pero con sonrisita, ¿ha vito? Hermosa la porteña. Y no va que el Caripi descarao le manguea el guasáp. Y no va que la porteña le hace como un guiño, ¿ha vito? Así como que lo mira con gana, ¿ha vito? Para mí que ya le había dao la cana al bulto ‘el Caripi. Le miraba la entrepierna con gana, ve’ vo’. Agua se le hacía la boca a la porteña por atragantase con la verga del Caripi. Y no va que lo mira y le dice: 

—El guasáp no te lo voy a dar —li ha dicho así como hablan ello’, ¿ha vito? Así bien fina, ¿ha vito? —pero si querés te doy el féis —li ha dicho al Caripi, así con ese y todo, ¿ha vito? Y el Caripi que ni verga entendía de eso le manda: 

—¿El qué me va da, mamila? 

—El féis —li ha dicho la porteña así revoliando la mecha pal viento. 

—¿El féis-buc? —le ha mandao el Caripi así haciéndose el ancho, ¿ha vito?

—¡Veeerga, Caripi! —li dicho yo—. ¡Dejá de hacete el que hablá’ inglé’, cajetudo!

No me lo aguanto al Caripi cuando se hace el internacional. Viera vo’ de pelotudo que era cuando era changuito. No le había crecío todavía el bulto deforme ese que tiene entre la’ gamba’. Bajao a ponchazo’ ‘e la puna venía y ni lo que era la eletricidá conocía el cajetudo. Féisbuc le viene a mandá. 

—Sí —li ha dicho la porteña. Te doy el féis —y ahí nomá le anota en la mano con la birome que tenimo nosotro’ en la lancha. Ni sé cómo se llamaba la porteña pero ahí nomá se manda el Caripi al ciber de la vuelta la fiambrería y se hace pedí una computadora. Y no va que le empieza a mirá la foto de perfil a la porteña y se hace abrí una cuenta con la del ciber. 

—Sacame una foto —mi ha dicho el Caripi y yo:

—¿Qué? Jate jodé, Caripi.  

—Meta, culiá —mi ha dicho el Caripi y no va que me harta y le saco la foto con el celulá’, ¿ha vito? Y no va que la sube la foto al internel y ahí nomá se entra a mensajiá con la porteña que ‘taba parando en el hotel del Hugo. Y no va que salen a la noche y pegan onda y no va que se la lleva al mueble el Caripi y se clavan semejante culiada. Y la porteña contenta con la verga ‘el Caripi. Y no va que se amanecen en el mueble y meta otra culiada y otra… Tremenda ordeñada le ha pegao la porteña al Caripi. 

Pa’ cuando se ha dao cuenta el Caripi ‘taba entregao con la porteña. Enamorao andaba el vago. Y no va que la otra se devuelve a Buenosaire’ y el Caripi se queda pegao. 

Mal andaba el pavo con la porteña. 

—Eh, la estraño —mi ha dicho el Caripi. 

—Jate jodé, cajetudo y remá bien —li dicho yo llamándole la atención porque se acababa de tirá un gordo chinchulín del puente. No le podíamo desanudá la pata a la piola al gordo. Ya tenía la jeta como ciruela y parecía que la sangre le iba salí por lo’ ojo’. 

—¡Agarralo bien al gordo! —li dicho al Caripi, pero el pelotudo andaba en babia. Y no va que se le suelta la pata a la piola y se cae a la verga al agua el gordo, y el porteño empieza a putiá de arriba. 

—¡¿Pero son pelotudos?! ¡Se va a ahogar, boludo! ¡Sáquenlo del agua! ¡Tiren el salvavidas, loco!

Viera vo’ como gritaba el porteño. Y yo:

—¡Metele Caripi, el salvavida’, culiáh! 

Y el Caripi en babia pensando en la porteña. Un’ hora ‘mo tao pa’ sacalo al gordo fesa del agua. 

Y a la verga el negocio. 

—Están despedidos, loco. No los quiero ver más —ha dicho el porteño y en el orto no ‘mo tenío que meté la lancha. Y nosotro’ que la ‘biamo pintao hermosa pa’ce la changa. Viera vo’, azulita y amarilla la habíamo’ dejao. Hermosa ‘taba la lancha. 

—¿Y ahora, Caripi? ¿Qué verga hacemo’? 

Y el Caripi que no sé, que ya vamo’ a ve… Y quiere hablá con el porteño y lo saca arando el porteño. Y el Caripi que va y le mete un bollo al porteño y le hace saltá la achilata. Y hace la denuncia el porteño y ha venío la policía y nosotro’ a la verga se ‘mo ido. Y el Adolfo también se ha venío con nosotro’ porque era mudo pero solidario. Y se ‘mo quedao ahí por Famaillá y el Caripi que quería juntá plata pa’ ise a ve la porteña a Buenosaire’. Y no va que la porteña le mandaba mensaje de amor en el féis y el Caripi a ella. Meta y meta mensaje en el féis. Todo el día en el ciber andaba el Caripi. Y no va que el Caripi dice que se va pone a vendé sánguche de milanesa pa’ pagase el pasaje a Buenosaire’. Y no va que la porteña de la nada le deja de contestá lo’ mensaje’ al Caripi. Y no va que el Caripi se viene a la verga y larga la changa de lo sánguche y se pone a tomá como loco. Y no había forma de paralo al Caripi que le metía y le metía al vino.

—Vida verga —decía el Caripi—, vida verga. 

Y con lo’ chango ‘mo tratao de paralo al vago pero dice que se iba hacé matá por el tren. 

—Dale, Caripi, jate jodé. Si el mundo ‘ta lleno de mina’. 

—Yo la quiero a ella —ha dicho el Caripi. 

Y ahí nomá se ha mandao el boludo a la vía. Y no va que ya venía el tren hociquiando la curva. 

—¡Orillate, cajeta, dale! ¡Orillate, pelotudo! 

Pero no se orillaba el pavo y no va que el Adolfo me grita:

—¡Atrancalo, Fabián! ¡Atrancalo que lo va pisá el tren! 

Y yo asombrao porque ni le conocía la vo’ al Adolfo, ahí nomá li dicho:

—¡No me vuá’ce matá por el pelotudo este!

—¡Orillate cajeta! —ha gritao el Adolfo. 

Y no va que venía el tren y ya se sentía como brumbiaba el suelo. Y el Caripi:

—¡Ni verga me vuá orillá! Qué se cague —ha dicho— que se recontra cague. 

Y a la verga nomá el Caripi como polilla en parabrisa’. 

Siempre ha sido enamoradizo el chango. 

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