María Claudia
Declaración de amor. Los pasacalles andan diciendo.

Relato de ficción

Audio RevistaOrsai.com María Claudia

Lo que viene es la diatriba de un esposo malherido. Él quiere que ella vuelva a sus brazos y se despecha con un discurso suplicante, acaso sin percibir que a medida que avanza se va desnudando capa por capa hasta exhibirse tal cual es. Un monólogo pasional escrito por Rosario Varela, y leído por el cuñado del director de esta revista, el inefable Negro Sánchez.

Una súplica de Rosario Varela

Más de la autora

Estoy tan inestable, María Claudia, tan inestable; que paso de querer estar bailando en un casorio con la corbata de vincha a tirarme a las vías del premetro de Villa Soldati. ¡Ah! No te conté pero… el sábado me paró vialidad, los tipitos celestes del tránsito, y me dio positivo el test de alcoholemia. Sí, se llevaron el auto con una grúa, María Claudia, y le hicieron poronga los frenos. Me explicaron el procedimiento. Como era poca dosis seguro me ofrecen eso de la probeiyon. O sea, no pienso poner un sope, María Claudia. A Coque el mes pasado le pasó lo mismo, misma dosis: 0.73 de alcohol en sangre. Una nadita. Pero estos tipos, si te pueden empomar, te empoman. Él decidió donar cinco mil pesos en pañales a un hogar de madres drogadictas de Constitución. Entonces yo iré a limpiarles el culo a los hijos de esas madres, María Claudia, o a juntar hojas al Parque Indoamericano, pero yo no pongo un sope. ¡Si tomé cuatro vasitos de vino con toda la furia! Lo que pasa es que con esta dieta del mal que me obligás a hacer, María Claudia… ¡Ojo! No te estoy echando la culpa de este dopping recaudatorio, pero si vivo a lechuguita… no tengo mucha chance y era el cumpleaños del Negro Tony, ¡y vos sabes cómo son los festejos de ese atorrante y sabés cuánto lo quiero! ¡Perdoname, gorda! Ando medio pato criollo: cada paso, una cagada. Lo del corte de gas ya lo estoy solucionando, no se me pasa más una boleta, te lo juro por la vieja. Y hoy sin falta compro el cuerito y lo cambio. ¡Dale, gorda! Volvé a casa, dejate de joder. No sé vivir sin vos. Sé que ando medio pelotudo, pero todavía soy tu gordo bueno, ¿o no? ¿Qué pasa? ¿Te cansaste de mí? ¡Dale, aflojá! Te extraño a la hora de la novela del Trece, comentar el capítulo en el postre. ¡VOLVÉ, MARÍA CLAUDIA! ¡NO SEAS RIDÍCULA! ¡NO ME HAGÁS CALENTAR! Sé que quizás me pasé de rosca antes de ir a lo del Negro. Estuve recapitulando acá, en la cabeza, y me pasé, china… Me pasé. Me agarró la nube gris en la frente, y se me corrieron los patitos de la fila, pero vos sabés lo que sos para mí. Me puse las pilas. Estoy con la dieta. Estoy con las changas. El jueves me salió un laburo con el Tuerca en el taller del Mono. Con esa guitita que cobre te voy a comprar la azalea con más flores de todo Almirante Brown, ya vas a ver. ¡Te vas a caer de culo! ¡Promesa! Lo que pasa es que vos también… ¡me hacés calentar! Agarrar tu telefonito para mostrarle la fotos de los nietos al Mauro y ver que te bajaste Tinder, María Claudia, te tengo que cagar a trompadas. ¡¿En qué estabas pensando, china?! Una tipa grande, casada. Sinceramente, si me preguntás…. esperaba más de vos. ¡Y sí, te tuve que seguir a vos y ese ridículo de la galera y en silla de ruedas! ¡¿Un inválido, María Claudia?! Un chabón incompleto, con galera ¡y que encima sale de paseo con un lorito en el hombro! ¡¿Vos querés que me dé un bobazo ahora mismo, María Claudia?! Decí que me frenó el Titi, decí que me frenó el Titi… que si no, no sé cómo terminaba todo, ¡pura pluma y chocolate por todos lados! ¡¿Cómo me vas a cambiar por uno con rueditas, María Claudia?! ¿A mí? ¿Al gordo? Te creía más pilla. ¿Decime qué podés hacer con un chabón con ese nivel de… «precariedad»? Y no me vengas con que es bueno, que te escucha, que te lleva al Eco Parque de Luján. ¿Cómo te lleva? ¿A ver? ¿Qué? ¿Te le sentás arriba y agarran el acceso Oeste? ¿Dale que dale haciendo rodar la sillita? ¿Qué? ¿Te llevan los dos, el deforme y el lorito, y te cantan a dúo: «y a rodar y a rodar y a rodar mi vida»? ¡Por el amor de Jesús! Con todo lo que yo te di. Te di los mejores años de mi vida, María Claudia. El nivel de ingratitud con el que te estás manejando no tiene nombre. Veintitrés años de casados. Tres pibes. Cinco nietos. ¡Volvé, dale! Si lo podemos arreglar. Hablé con el Goma y me va a contar un poco eso del Uber. Estuve pensando… En una de esas podemos arreglar un poco el «Dunita» y hacemos unos mangos. Le podés pedir guita a tu viejo para los arreglitos que haya que hacerle para ponerlo cero ka eme. Yo te lo presto al auto. Vos hacés el turno mañana-tarde y yo el turno noche, ¿qué te parodi? Dale, largá las ruedas, el loro y volvé, terminá con esta payasada, María Claudia. Mirá que candidatas no me faltan en el barrio, ¿eh? ¡Y todas con las dos piernas! Dale, corazón de melón, si lo que tenemos es hermoso, ¿o no?

Una súplica deRosario Varela
Leído por

Pablo «El Negro» Sánchez

Más de la autora

Temas relacionados

#Familia #Amor #Deseo #Hijos #Trabajo