
Temporada 2, Número 06
Editorial

Pasan las pandemias, quedan los freelance
Cada vez nos costaba más que los autores entregaran a tiempo o se comprometieran a dar lo mejor. Lo conseguíamos (ustedes saben que sí, porque tienen las revistas anteriores), pero a veces con reprimendas de preescolar.
Crónica introspectiva

El señor Licitra
Es marzo de 2020. Todos los días miro las noticias de la cuarentena en España. Lo hago en parte para ver el futuro —lo que empiece ahí va a llegar acá—, pero sobre todo porque allá vive mi padre.
Crónica narrativa

Los divagantes
La infancia no acaba de una vez, como nosotros queríamos cuando éramos niños. Sigue ahí, agazapada y silenciosa en nuestros cuerpos maduros, y luego marchitos.
Crónica periodística

Otra excursión a los indios ranqueles
Estoy en un borde de la pampa argentina, echado sobre unas vías muertas. Si estiro los brazos cubro el ancho de la trocha. En la espalda tengo más arena que pastura porque ya es suelo de monte, semiárido, el del sur de Córdoba.
Ensayo

Mujercitas
Escribí la mayor parte de este texto durante el aislamiento obligatorio. Cuando decretaron que no se podía salir, tenía un esquema y un borrador del primer apartado, pero no mucho más.
Crónica introspectiva

Diario de la pandemia
Fuimos a buscar al fotógrafo Marcos López para que nos cuente cómo atravesó la pandemia. Y nos devolvió un ensayo con textos y fotos increíbles.
Relato de ficción

La doble fiesta de Los Gorila
En la calle hace dos grados, pero en el Gorila Palace —la casa de mis abuelos, donde vivo desde hace unos años— la losa radiante está al palo, así que mi abuela y yo nos calzamos apenas una bata de algodón cada una y nos ponemos a inflar globos para el cumpleaños de mi abuelo.
Crónica narrativa

Un pescado ecuatoriano
Cuando la abuela de Tere —mi novia alemana— se enteró de que su nieta estaba en pareja, reaccionó con dos preguntas consecutivas: ¿Es alemán? ¿Es blanco? —¡Abuela insensible! —respondió Tere, ofendida—. Es un ecuatoriano morocho y vive en Argentina.
Historieta

Nada de todo esto
—Nos perdimos —dice mi madre. Frena y se inclina sobre el volante. Sus dedos finos y viejos se agarran al plástico con fuerza. Estamos a más de media hora de casa, en uno de los barrios residenciales que más nos gusta. Hay caserones hermosos y amplios, pero las calles son de tierra y están embarradas porque estuvo lloviendo toda la noche.
Relato de ficción

Contar hasta seis
Traté de incorporarlo y fue mucho peor. Tenía demasiado pis acumulado en el pañal, que se empezó a chorrear encima de las sábanas nuevas. Yo lo sostenía por debajo del brazo y al mismo tiempo lo empujaba hacia arriba, tratando de que apoyara la espalda contra la pared descascarada de la habitación.