Cayó la noche cerrada
sobre la ciudad dormida
las almas a la deriva
van presintiendo la helada
la angustia es la madrugada
el sol es llegar a viejo
no me conoce el espejo
desde que dejé mi casa
el patrullero que pasa
despacio como un cortejo.

La boca del subterráneo
cerró con reja de cárcel
para poder entibiarse
bajan peldaño a peldaño
las manos pasan sin cráneo
los presos quedan afuera
deben cumplir la condena
bajo la luz de la luna
agotados y en ayunas
cada cual con su vereda.

El plato con tres monedas
el cartel que no se entiende
el perro que nunca muerde
pero sueña que pelea
Quijote sin Dulcinea
con la voz engangrenada
se le gastó la mirada
de tanto mirar el cielo
acomodado en el suelo
tapado con la frazada.

La grande pide limosna
el otro explora basura
la chiquita pide ayuda
y el bebé que llora y llora
se le acerca una señora
y le regala una manta
el “gracias” se le atraganta
porque le suelta un reproche
ya son las 10 de la noche
las hambrientas amamantan.

Las tres de la madrugada
el viento rompe los huesos
tiembla de miedo el progreso
con un colchón en la ochava
tienen las horas contadas
lo saben los colectivos
también los taxis vacíos
los gatos y los paqueros
la fiebre del bajo cero
mata a los muertos de frío.

Ganó el Capitán Invierno
la guerra de la intemperie
y hoy estrenan otra serie
a cien metros del infierno
contrastes de lo moderno
que no repara en detalles
afuera duele la calle
adentro un plato caliente
y abajo de cada puente
la bomba que nos estalle.