Cartas
Demasiada gente persiguiendo deseos
Juan Sklar inicia un largo viaje a la India y, al mismo tiempo, un intercambio epistolar con el director de Orsai. Una vez por semana, desde hoy, habrá una carta de Juan en tu buzón de voz.
Querido Hernán, estoy un poco angustiado. Tengo la sensación constante de que mi vida pende de un hilo. Mi mujer dice que no puedo vivir así, que no tengo motivos y que, incluso si los tuviera, debería vivir confiando en que no se va a ir todo a la mierda. Menos si no tengo una verdadera razón para pensarlo. Hoy me dijo que quizás deberían medicarme. Puede que tenga razón, no lo sé.
¿No sentís a veces que los hijos son lo único que te ata a la vida? A todos los demás los podés defraudar, pero a ellos no. Así que por ellos vas y hacés lo que hay que hacer. No sé si los hijos te hacen feliz, pero son la mejor razón para bancarte la mierda.
No me estoy quejando. No tengo motivos para hacerlo, ni para sentirme como me siento.
¿Te conté que en febrero me voy a la India? Vuelvo al país que casi me destruye. Me invitaron a un festival de literatura, todo pago, a presentar mi novela nueva que transcurre en India.
Al lado mío mi mujer duerme. Está por amanecer.
La primera vez que fui a India, fui en pelotas. Sin laburos fijos, sin pareja. Ahora viajo con mi mujer y con mi hijo. Dejo acá un trabajo, una casa y una carrera. Voy más armado pero con mucho más que perder. Suena un poco exagerado, sin embargo cualquiera que haya ido un tiempo largo a la India está de acuerdo en que allá puede pasar cualquier cosa.
Quizás esto me tiene así, medio cagado en las patas. Casi un mes en el orto del mundo, con un nene de tres años. Al mismo tiempo que escribo esto pienso en el post de Instagram donde voy a decir todo lo contrario. Que es un sueño hecho realidad, que estoy súper feliz, etcétera.
Sí, es un sueño hecho realidad, pero no sé si eso me hace feliz. ¿Cómo fue que caímos en la trampa esta de que el deseo es el camino de la satisfacción? Por todos lados veo gente persiguiendo deseos (y a muchos de ellos haciéndolos realidad) pero al mismo tiempo veo muy poca gente satisfecha.
¿Qué carajo estamos haciendo con las redes sociales? ¿Para qué creamos versiones felices y simplificadas de nosotros mismos? Muñecos sonrientes con filtro que fueron paridos por otros muñecos, los ajenos, que nos dan envidia y nos hacen sentir mal con nosotros mismos. Jodámonos por comparar el sótano de nuestra vida con el corto publicitario de la vida ajena.
Al final, hemos terminado comprando esos teletubbies de falsa felicidad, falso enojo, falso amor y falso ingenio. Las redes sociales pueden parecer una prima lejana de la literatura, pero son su opuesto. En vez de usar la ficción para decir lo innombrable, estamos usando fotos de nuestras vidas para tapar la verdad.
Y encima no hay salida. O estás en redes o alguien lo está por vos. Si no es muy difícil ser artista.
Hoy, con mi mujer, sacamos las visas para irnos a la India. También leímos el informe de la Organización Mundial de la Salud sobre malaria. ¿Estamos haciendo bien en llevar a nuestro hijo? Vamos a pasar cuatro días en el Brahmaputra Literary Festival, en Guwahati, una parte tan lejana de la India que es casi Birmania. Para llegar ahí tenemos que viajar dos días en avión y después tomarnos un avión más.
A veces creo que nos pasamos de rosca con el niño y las aventuras. ¿No te pasa un poco con Pipa? El año pasado a nuestro hijo lo llevamos a Cuba y terminamos tres veces en la guardia del hospital.
La verdad es que estoy un poco perdido en la vida. Quisiera que alguien me adoptara y me dijera lo que tengo que hacer. Pero a partir de cierta edad el deseo de ser cuidado se tiene que transformar en acto de cuidar. Si no, te volvés un inútil y una carga para el mundo.
El cielo empieza a clarear. Mi hijo lloró un poco y siguió durmiendo.
Escribir esta carta me hizo muy bien. Se me pasó un poco la angustia. Si te parece, te voy a mandar una carta como esta cada semana, o cada vez que lo necesite, de acá hasta que vuelva de la India. Necesito escribir para atravesar la vida y en estos días también necesito una buena excusa para sentarme a escribir.
Te mando un abrazo,
Juan
PD: Ya sé que Mairal y Licitra publicaron correos electrónicos en Orsai alguna vez. Pero mi viaje en la escritura no es ser original, sino ser honesto.