Crónica introspectiva
Mensaje al chico que está abajo del pupitre
El 2 de abril, a treinta y siete años de la guerra de Malvinas, Casciari leyó en la radio una carta al chico que en la escuela hacía el simulacro de bombardeo. Aquí el texto.
Escucháme, ya podés abrir los ojos y salir de abajo del pupitre, porque nadie va a bombardear tu escuela. Nunca. Este es el último simulacro de ataque aéreo de toda tu vida. Vengo a decirte que la guerra se pierde, en muy pocos meses, cuando empiece el invierno. Estoy acá, en tu cabeza, para decirte esto. Que no te preocupes. Tengo treinta y pico de años más que vos… No te preocupes.
La guerra se termina un día después de que empiece el Mundial. Vas a ver a los soldados, todos sucios, volviendo en tren a Mercedes (te va a llevar la escuela a saludarlos). Vas a ver a muchas mamás abrazando a sus hijos. Y a otras mamás las vas a ver cogoteando sin encontrar a nadie, hasta que se haga de noche.
Y después vas a escuchar a Chichita y Roberto, durante la cena, diciendo en voz baja los apellidos de los que no volvieron.
En la escuela te van a enseñar a que les digas «héroes» a los soldados. Vos deciles así, «héroes», porque les hace bien. Pero nunca te olvides de que son víctimas. Tenés la mesa de luz llena de libros de aventuras: ya sabés que un héroe es el que decide ir al peligro.
La guerra se va a terminar, oficialmente, el 14 de junio a la tarde. Pero tenés que saber que las guerras nunca se terminan «oficialmente». Desde ese 14 de junio en adelante, se van a suicidar casi tantos soldados en sus casas como los que se murieron en el sur desde el 2 de abril.
Durante años y años, la guerra sigue viva en la cabeza del que no puede soportar su recuerdo. ¡Imagináte! Vos ahora estás abajo de un pupitre, mientras suenan las sirenas, en un pueblo de provincia, sabiendo que es un simulacro, con zapatillas y medias, con 23 grados… y nunca te vas a olvidar del cagazo que te dio ese simulacro. Imagináte. Multiplicálo por mil…
«La guerra sigue viva en la cabeza del que no puede soportar su recuerdo.»
Con todo este quilombo capaz que pensás que tu infancia es medio rara, que de repente vas a vivir en esos países tipo Checoslovaquia, donde hay bombardeos cada tres meses, pero te juro que después de esto que está pasando ahora en tu escuela, la vida sigue normal.
Vivís en un país donde no va a haber guerras a cada rato. De hecho, esta es la última de todas las guerras. Y ni siquiera fue idea nuestra: esta guerra fue por culpa de una sucesión de presidentes imbéciles, o asesinos, o borrachos, o descerebrados. O todo junto.
Aunque de grande te parezca mentira, los gobernantes más horribles fueron los de tu infancia. Mirá que vas a tener presidentes absurdos en el futuro, pero ninguno (por más estúpido que sea) va a hacer que un chico de once años se meta abajo de un pupitre cuando suene una sirena.
La guerra es una noticia de mierda siempre, pero tiene su lado bueno. Esta guerra perdida, por ejemplo, va a ser la gota que colme el vaso, para que se vayan los hijos de puta que dirigen el país en tu época. Esa es la parte buena.
Y yo, en realidad, me metí en tu cabeza para decirte esto. Que ya podés abrir los ojos, que ya podés salir de abajo del pupitre, porque el año que viene es 1983… Durante todo séptimo grado, en la tele, en vez de comunicados de guerra, vas a ver propagandas de partidos políticos. Y en la radio, y en el walkman, va a sonar la mejor música de tu vida.
La buena noticia es esa: que vas a empezar el secundario en democracia. Y aunque ahora no te des cuenta o no te importe, es la mejor noticia del mundo. Porque la primera vez que te drogues, la primera vez que vayas preso, la primera vez que creas ser comunista, la primera vez que te presten un libro raro, vas a estar en democracia.
Vas a estar a salvo.
Te dejo un abrazo y una posdata. Cuando te digo que lo malo trae lo bueno, no lo pienses como frase de autoayuda. Es ley de vida. Pasa con la guerra pero también con las cosas más intrascendentes.
Por ejemplo: el año que viene va a ser 1983 para vos, y va a pasar algo horrible: Racing se va a ir a la B (vas a llorar, va a ser una catástrofe). Pero pensá esto. El 2 marzo del ’83 (dentro de menos de un año) al mismo tiempo que Racing se va a la B, va a nacer un nene al norte de Buenos Aires. Y la mamá le va a poner de nombre Lisandro. Todavía no puedo decirte más nada que eso. Pero no te olvides: por cada cosa horrible, siempre hay algo bueno que está a punto de nacer.