Testimonio
Imagen de un libro testimonial.

Relato de ficción

Testimonio

Tres amigos al final de una adolescencia tardía. Un crimen. Y un juicio con testigos y acusados. En este cuento visceral de Keith Lee Morris, estamos dentro de la cabeza del relator.

Escrito por Keith Lee Morris
Ilustrado por Matías Tolsà

He estado sentado todo el día aquí en el tribunal, mirando las espaldas de la gente, sobre todo la espalda de Andy Munson. En esa situación no me quedaba otra más que quedarme sentado y preguntarme qué pasaba ahí dentro, en la cabeza de Andy. Lo conozco desde que tengo memoria. Había mucha gente en el pueblo a la que conocía desde que tengo memoria, y a algunos de ellos los conocía mejor que a Andy pero supongo que conocía a Andy mejor que a la mayoría. Aunque siempre había algo acerca de Andy que no podías saber. Tal vez era un poco difícil comprender a Andy porque Andy no pasaba mucho tiempo intentando comprenderse a sí mismo.

El tribunal era frío, era una congeladora de mierda, casi hubiera preferido estar afuera en la nieve, solo con mi camisa de mangas largas. No me había vestido para testificar, solo me puse una camiseta con cuello y un par de jeans nuevos, porque no tenía ropa bonita. Estaba nevando mucho en la mañana cuando llegué al local de los tribunales, y me preguntaba si podría llegar a casa sin mis llantas para nieve, que había quitado la semana anterior. Era prácticamente abril. Así que sabía que afuera la nieve se iba acumulando, pero la espera se hacía larga y no podía salir para ir a ver el clima porque no me avisarían cuándo me iban a llamar para testificar. Cada cierto tiempo el juez enviaba al jurado a la sala de deliberación para poder definir algún asunto legal con los abogados, pero nunca dijo que la corte estaba en receso ni nos dijo si podíamos ir fuera por un cigarrillo, y yo de verdad que quería uno.

Honestamente, me estaba poniendo un poco nervioso. Las fiscales me dijeron lo que debía decir, o no específicamente lo que debía decir, sino cómo decirlo, algo así como, «bueno, eso está bien, así está perfecto, Mike, dilo así, solo di la verdad como si la dijeras naturalmente». O si no les gustaba cómo estaba diciendo algo arrugaban la cara, ambas, la Fiscal del Condado y su ayudante (la última era lo bastante guapa como para enamorarme de ella; la primera, no) y dirían: «¿Es posible que te estés olvidando de algo? ¿Podrías recordar eso con más detalle?», y saldrían con eso de tener confianza porque estás diciendo la verdad y hablar fuerte y claro y todo eso. Pero yo empezaba a pensar que era más fácil decirlo que hacerlo.

Pasé al frente y me pidieron que dijera mi nombre e hicieron que pusiera mi mano sobre la Biblia e hiciera un juramento y luego me dijeron que me sentara y lo hice; entonces, sucedió algo gracioso: me sentí completamente relajado.

Tenían a Jessica, la novia de Andy, parada frente al tribunal, y entre ambas, la fiscal y la defensa, le habían sacado la mierda. La fiscal era una tipa bajita, creo que de apenas metro y medio, con un cuerpo fibroso que ni siquiera mostraba pechos debajo de la casaca y la camisa, al menos eso me parecía, y caminaba como un hombrecito nervioso, alguien que estaba tenso todo el tiempo, y hablaba complicado y rápido y era más ruda que un tejón, aunque cuando habló conmigo fue bastante amable. ¿Por qué había sido amable conmigo? Porque yo me había convertido en testigo del Estado para evitar un cargo de homicidio calificado. Yo estaba del lado del Estado de Idaho.

Jessica también lo estaba, aunque eso no la había ayudado mucho. Había estado llorando desde que la mujer le hizo describir cómo Andy la había golpeado ocasionalmente, cómo le había roto los dientes delanteros con un vaso de cerveza, etcétera, y yo sabía que Jessica lloraba por las cosas que la fiscal no le daría la oportunidad de decir: lo dulce que era Andy cuando quería serlo, que le había comprado un collar y que se iban a casar cuando él obtuviera el resto de su herencia, la mierda que siempre decía cuando le mencionabas que debía alejarse de él, o al menos cuando no estaba diciendo que Andy era el imbécil más grande del mundo. Ahora el abogado defensor tenía su turno con ella y Jessica lloraba porque, a diferencia de la fiscal, él insistía en que Andy no era el imbécil más grande del mundo, y sugería que nada de lo que ella dijo había sucedido nunca o que había sido culpa de ella la mayoría de veces, lo cual, en cierto modo, podría haber sido cierto. Jessica siempre fue bien jodida, sin duda. Yo no habría salido con ella, y eso que mis estándares son bastante bajos. Y en ese tiempo ella era básicamente una puta adicta a la metanfetamina, flaca como la putamadre y toda desaliñada, así que si tuvo algún atractivo, debió haber sido hace mucho tiempo.

Yo pensaba que podía manejarme mejor que Jessica, pero parecía que no era nada divertido. Me repetía a mí mismo que no era yo quien estaba en peligro: solo había una cosa sobre la que pretendía mentir, en verdad, y era algo más que nada para mis adentros; y ya que Nolan no iba a testificar, el único que podía decir lo que yo no iba a decir era Andy. Y no era algo que le ayudaría.

Otra vez estaba mirando la espalda de Andy y sumergido en mis pensamientos, nervioso, como ya dije, cuando la fiscal rechazó la oportunidad de continuar interrogando a Jessica y el juez llamó al testigo siguiente y el fiscal dijo que el Estado llamaba a Michael Jerome Bond al frente. Ese era yo.

Pasé al frente y me pidieron que dijera mi nombre e hicieron que pusiera mi mano sobre la Biblia e hiciera un juramento y luego me dijeron que me sentara y lo hice; entonces, sucedió algo gracioso: me sentí completamente relajado. Estar ahí sentado en el podio de los testigos, más arriba que todos a excepción del juez, me hizo sentir que estaba en mi propia corte. Alfombra verde oscura, madera barnizada, luces bajas sobre nuestras cabezas; todo era mío. No había tenido esa sensación hacía mucho tiempo. Giré y miré a la derecha hacia el jurado. No me fastidiaban. La sala incluso ya no se sentía fría.

¿Podía decir cuál era mi relación con el acusado?

Claro que sí. Yo era su amigo.

¿Cuánto tiempo hacía que el acusado y yo éramos amigos?

No lo sabía. Quince años, unos años más o unos años menos. Recordaba haber jugado con él en el parque incluso cuando estábamos en primer grado.

¿Decirle mi edad a la corte?

Veintidós años.

¿Recordaba los hechos de la tarde del ocho de agosto de dos mil cinco?

Sí, los recordaba. Si se refiere al día en que murió Jeremy.

¿Dónde me encontraba el ocho de agosto?

Estaba en casa de Andy Munson.

Para que quede en registros, ¿la casa que posee Andrew Munson en 314 Lake Street?

Sí.

¿Había más personas?

Sí.

¿Sus nombres?

Jeremy y Nolan.

¿Se refiere a Jeremy Schiff y Nolan Taylor?

Sí.

¿Y esa fue la noche en que Jeremy Schiff fue asesinado?

Objeción. Explicación legal relacionada a la objeción, etcétera, etcétera. Ha lugar. Reformule la pregunta.

¿Fue la tarde en que murió Jeremy Schiff?

Sí.

Se detuvo por un segundo y me miró como si dijera en silencio no digas mucho, no respondas más de lo que estoy preguntando. No me molestaba, pero era pesada la fiscal.

Por primera vez desde que me puse al frente miré a Andy. No fue que estuviera evitando mirarlo. Solo no se me había ocurrido hasta ese momento. Me sentí bien de que él esperara muy poco de mí. Sin embargo, era sorprendente cómo se veía, y eso me descolocó por un minuto. Nunca lo había visto así. Se le veía medio muerto. Se le veía hecho una mierda. Parecía que hubiera estado llorando mientras Jessica estaba en el estrado, algo que me impresionó un poco, porque no me había imaginado, para nada, a Andy Munson llorando por algo, nunca. Y ahí estaba él, medio desparramado en su silla y ni siquiera su costoso traje gris carbón podía borrar la impresión general de alguien que había perdido todo lo que hay que perder en este mundo. Sentí vergüenza por él. No era la manera como a uno le gustaría verse. Deseé que Nolan hubiera podido verlo así. Él podría haberse convertido en evidencia del Estado como yo hice. A la mierda Andy. Nolan tenía miedo de decirlo, todavía le tenía miedo a Andy, prefería enfrentar muchos años de cárcel antes que joder a Andy. ¿Yo? Yo estaba listo para mandar a Andy al lugar donde el sistema legal decía que él debía terminar. Si lo soltaban, probablemente me habría metido en un buen problema, pero, ¿qué iba a hacer él? ¿Matarme? Ya había hecho eso una vez, y ya ven lo que pasó.

¿Qué estaba haciendo yo en casa de Andrew Munson esa tarde?

Pasando el rato. Fumando.

¿Qué quiero decir con fumando?

Drogándonos. Le respondí encogiéndome de hombros.

¿Qué clase de drogas?

Met. Hierba.

¿Metanfetamina? ¿Marihuana?

Sí.

¿Qué más estaba haciendo?

Pasando el rato, ya le dije.

Esa fue la primera vez que vi su mirada, esa mirada que me decía que quizás había ido muy lejos en el acuerdo confidencial, que me pasaba de confiado a arrogante. Y que podía sentirlo, y no le gustaba.

¿Qué estaba haciendo Jeremy Schiff en ese momento?

Lo mismo.

¿Drogándose?

Sí.

¿Metanfetamina y marihuana?

Met. No fumó hierba ese día que yo sepa, al menos no cuando yo estaba con él.

¿A qué hora estuve con él?

Desde, más o menos, las tres en punto, quizás, hasta las siete, más o menos.

Según el informe del forense Jeremy Schiff falleció aproximadamente a las seis de la tarde.

Eso sonaba correcto.

¿A qué hora llegamos a la residencia ubicada en 314 Lake Street?

Yo diría que poco después de las cuatro.

¿Dónde estuvimos antes?

En los videojuegos.

Regresó a su mesa y su asistente hojeó unas páginas con anotaciones y se las entregó.

¿En Diversiones Buzzy en 203 First Street?

Sí.

Dejó las anotaciones y regresó hacia mí como un enano emocionado.

¿Qué hacíamos ahí?

Jugábamos videojuegos. Yo trabajaba ahí. Andy, Jeremy y Nolan pasaban el rato ahí todo el tiempo cuando yo estaba trabajando.

 En ese momento yo ya había decidido que me importaba un carajo lo que ella pensara. Miré a la asistente. Se llamaba Chris. Usaba el mismo tipo de blusa y chaqueta pero le quedaban mucho mejor. Le había echado el ojo desde septiembre, casi apenas me arrestaron por primera vez. Tenía el cabello muy rubio y ojos azul marino y una boca un poco carnosa con un poquito de lápiz labial y siempre lucía exactamente igual y hablaba exactamente con la misma voz, un poco suave y moderadamente alta. También usaba gafas con marcos negros delgados, a mi parecer, solo para que la hicieran lucir más seria. Durante todo el interrogatorio antes del juicio, ella había sido extremadamente encantadora conmigo y yo sabía que ella podía estar en la facultad de Derecho y lo que sea, pero no era mucho mayor que yo, en verdad, estaba casi seguro, y la fiscal le había dejado hacer la declaración de apertura aquella mañana al inicio del juicio, y se notaba que estaba muy asustada, que no tenía más experiencia en un juzgado que la que yo tenía. Y yo no tenía ninguna experiencia. Sentí que la estaba mirando para calmarla, para decirle que todo estaba bien, que estábamos en el mismo equipo, que me gustaba, que conmigo estaba segura.

Así que habíamos estado en los videojuegos hasta casi las cuatro en punto. ¿A esa hora salimos a la residencia de Lake Street?

Sí.

¿Y nos estábamos divirtiendo en los videojuegos? ¿No discutimos, nada por el estilo?

Sí. O sea, no. No hubo discusiones.

¿Nada que hubiera hecho que Andrew Munson se molestara con Jeremy Schiff?

No, nada que yo hubiera visto.

¿Podría contarles acerca de la relación entre Andrew y Jeremy?

Objeción. Bla bla bla. Denegada.

Eran amigos.

¿Acaso Andrew Munson no acosaba a Jeremy? ¿Era eso lo que yo llamaba ser amigos?

Objeción. Ha lugar.

¿Había visto alguna vez a Andrew Munson hacer daño a Jeremy?

Sí. Quiero decir, creo que todos lo fastidiábamos un poco.

¿Había visto a Andrew Munson atropellar a Jeremy con un auto cuando Jeremy estaba caminando por la calle?

Objeción. Irrelevante, etcétera. Denegada.

No exactamente.

¿No había visto a Andrew atropellar a Jeremy?

No lo atropelló.

¿Cómo lo llamaría, entonces?

Diría que lo golpeó.

Andrew Munson golpeó a Jeremy Schiff con un vehículo.

Sí.

¿Qué más? ¿Qué otras cosas le hacía Andrew a Jeremy?

Lo de costumbre. Torcerle el brazo tras la espalda, restregarle la cara en la alfombra, cosas así.

¿Todo solo para divertirse sanamente?

Más o menos.

Cruzó los brazos y movió la cabeza hacia el jurado.

Tendrían que haber conocido a Jeremy. No era que él lo buscara, sino que simplemente no podías evitarlo de ninguna manera, aunque yo siempre fui más amable con él que sus otros amigos, quizás porque yo lo conocía mejor. No era que fuera gordo o débil o estúpido o feo. No lo era. Simplemente era distinto en una manera que no era buena onda, por ejemplo, sus pasatiempos y esas cosas. Estaba nervioso todo el tiempo. El tipo se preocupaba de todo. Si tenía un día perfectamente bueno con quizás una pequeña cosa que no salió bien, se iba a dormir por la noche pensando que todo el día había sido un desastre y que su vida entera estaba arruinada. Esto lo sé porque yo viví con él. Viví con él cuando estábamos en secundaria y estaba viviendo otra vez con él, en estas habitaciones sobre el garage de sus padres, en el tiempo en que murió. Lo conocí por primera vez porque su papá y su mamá habían sido mis padres adoptivos luego de que mi mamá y mi papá se divorciaran cuando yo estaba en séptimo grado. Ninguno de mis padres quería quedarse conmigo y ninguno era «adecuado», así que me enviaron a vivir con Jeremy. E incluso en esa época Jeremy se iba a dormir por las noches hablando acerca de todo lo malo que tenía, al menos cuando no estaba hablando de aviones. Nunca he conocido a una persona que pudiera ver el vaso medio vacío de manera tan consistente. Todo el tiempo pensaba que tenía una enfermedad muy grave. Todo el tiempo estaba pensando que no le agradaba a nadie. Las pocas veces que tuvo novia, se convencía inmediatamente de que ella no lo quería realmente, y la volvía loca con sus preguntas e inseguridades, y al poco tiempo la chica dejaba de quererlo, y eso lo convencía de que había tenido razón todo el tiempo. Era increíblemente paranoico con los policías. Cada vez que íbamos a la casa de Andy, comenzaba a preocuparse de que la policía hiciera una redada en el lugar. Si salías por la puerta a fumar un pito, solo porque hacía un bonito día fuera, por ejemplo, y querías fumar un pito a la luz del sol, él insistía en que bajaras al sótano. De hecho, esa podría ser la manera en que empezó todo esa tarde: él insistiéndole a Andy que nos hiciera entrar.

¿Puedo contarle a la corte acerca de mi relación con Jeremy Schiff?

Éramos amigos.

¿De la misma manera en que Andy Munson y Jeremy eran amigos?

Más o menos.

La fiscal se detuvo en ese momento con los brazos cruzados, mirándome, luego se acercó de nuevo a su mesa y rebuscó entre algunos papeles. Yo no estaba siguiendo el guion y ese era un problema. Yo sabía lo que ella estaba haciendo: tratando de contrastar mi amistad con Jeremy con la de Andy, para poder hacer ver a Andy como malo. Pero por alguna razón, yo no se lo quería dejar fácil. Quería que me lo sacara, que me lo probara, algo así. Creo que la verdad es que yo estaba esperando el juicio todo este tiempo para entender por mí mismo qué era lo que realmente había pasado ese día y por qué y quién tenía la culpa y en qué medida. Pensaba que el Estado de Idaho debía ser capaz de decidirlo, y yo no se lo quería dejar fácil a nadie, incluyéndome a mí mismo, ayudando a que la gente sacara sus conclusiones. Miré al jurado para ver cómo estaban tomando las cosas: trece personas mirándome, nada del otro mundo, ninguno de ellos destacaba por alguna razón, las caras anónimas de la justicia. Tuve la esperanza de que estuvieran haciendo las cosas correctamente, me alegré de que por lo menos un par de ellos estuviera tomando notas.

¿No era cierto que Jeremy y yo éramos como hermanos?

Ella había sacado eso de algo que le dije una vez durante un interrogatorio, pero en ese momento era básicamente algo para cuidar mi pellejo. Todavía pensaba a la defensiva en ese momento. El abogado de Andy se alistó a objetar, sentándose derecho en su silla, pero luego decidió dejarlo. Esta era una pregunta importante, una que no estaba seguro de poder responder. Me hizo ver por un segundo a la madre y al padre de Jeremy que estaban en su lado de la corte, e inmediatamente deseé no haberlo hecho. La mirada en sus rostros no me hizo sentir bien. Fue como si viera en sus rostros cada recelo que tuvieron hacia mí durante los últimos diez años.

Yo no lo sabía. Fuimos hermanos adoptivos durante un año en secundaria, si se puede decir, y después de eso seguimos siendo amigos. Éramos compañeros de habitación en el apartamento que había sobre el garage de sus padres antes de que él muriera. Yo no tenía hermanos ni hermanas y Jeremy solo tenía dos hermanas que eran bastante mayores así que supongo que de alguna manera éramos como hermanos el uno para el otro.

¿Jeremy me había dicho en al menos una ocasión que yo era como su hermano, como un hermano mayor?

Sí, lo hizo.

¿Por qué suponía que él lo había dicho?

No estaba seguro. No tenía sentido, porque para comenzar, éramos de la misma edad. Pero supongo que él me admiraba un poco.

¿No era verdad que Jeremy generalmente seguía su ejemplo?

Tal vez. No lo sabía. Él no tenía que hacerlo.

¿Pero no era cierto que cuando él no seguía mi ejemplo, cuando él no actuaba de la manera en que yo pensaba que el actuaría, la manera buena onda, la manera en que actuaba Andrew Munson, le hacían sufrir las consecuencias?

Objeción, objeción. Está guiando al testigo, etcétera. Ha lugar.

¿Por qué me habían retirado de la casa de los Schiff en octavo grado luego de vivir con ellos durante un año?

El señor y la señora Schiff pensaban que yo era una mala influencia.

¿Y eso por qué?

Jeremy y yo comenzamos a fumar hierba.

¿Y de quién fue esa idea?

Mía.

¿Podía contarle a la corte acerca de la ocasión en que Andrew Munson golpeó a Jeremy Schiff con el auto?

Objeción. Irrelevante. Objeción denegada.

Definitivamente, era bastante astuta. Las cosas no iban como yo las había esperado. Podía ver a dónde quería llegar: Jeremy era fácilmente manipulable y cuando no nos seguía la corriente, nos la agarrábamos con él, generalmente era mi culpa. Era una manera interesante de ver las cosas, y yo no estaba completamente preparado para aceptarlo.

Andy, Nolan, Jeremy y yo estábamos en el cine. Habíamos escondido dos botellas de vodka y las habíamos hecho entrar, estábamos mezclándolas con 7Up. Luego de la película, Jeremy pensó que no debíamos manejar porque los policías nos arrestarían por ser menores de edad y consumir alcohol y por manejar ebrios y…

¿Qué edad teníamos en ese tiempo?

Diecisiete, dieciocho.

Continúe.

Ese era uno de los problemas con Andy. Podía ser un verdadero imbécil, pero también podía ser muy generoso. Tenía un montón de dinero que había heredado de su abuelo, un doctor famoso en el pueblo porque había inventado un dispositivo usado en el tratamiento de víctimas de parálisis.

Así que Jeremy no entró en el auto de Andy. Entonces, Andy me pidió que lo hiciera entrar, pero Jeremy no quiso. Comenzó a caminar por la playa de estacionamiento como si fuera a irse solo por su cuenta. Andy bajó las ventanas y comenzó a manejar a su lado. Comenzó a decir ¿Jeremy necesita que lo lleven? Y Jeremy le dijo que… empezó a insultarlo. Y Andy volvió a preguntarle si necesitaba que lo llevaran y Jeremy le volvió a decir lo mismo, y de repente la cosa se puso graciosa y Nolan y yo comenzamos a reírnos. Entonces Andy detuvo el auto y dejó que Jeremy se adelantara un poco frente a él. Y luego dijo Jeremy necesita que lo lleven, y pisó el acelerador y golpeó a Jeremy por detrás, y Jeremy salió volando por encima de la capota.

¿Jeremy había resultado herido?

Sí.

¿Qué heridas tuvo?

Se le torció el tobillo y tuvo varios moretones feos.

¿Qué tan feos eran los moretones?

Bueno, los tenía en todo el trasero, así que no los vi exactamente, excepto los que tenía en la parte baja de su espalda. Pero él decía que los moretones le llegaban hasta los muslos.

¿Y qué pasó luego de eso? ¿Luego de que Andrew Munson atropellara a Jeremy?

Jeremy subió al auto.

Eché un vistazo a Andy otra vez justo en el momento en que dije eso, pero él estaba mirando sus manos sobre su regazo. La fiscal volvió a su mesa y ella y su asistente ordenaron algunos papeles. Yo miraba a la asistente. Podía ver sus pantorrillas debajo de la mesa. Ella no me miraba. La fiscal regresó hacia mí y bajó la cabeza como si se estuviera concentrando bastante, luego comenzó a hablar en una voz un poco más suave que la que usaba generalmente.

¿Podría contarle a la corte lo que sucedió en casa de Andrew Munson luego de que llegaran de los videojuegos?

Prendimos la tele y comenzamos a fumar cristal.

Describa cómo lo hicieron.

Lo inhalábamos. Nunca lo fumamos ni nos lo inyectamos, aunque yo pensaba que Andy quizás se la fumaba cuando ninguno de nosotros estaba por ahí.

Objeción. Acérquense al estrado, señores.

Los abogados se acercaron al estrado y hablaron durante un minuto y el abogado defensor agitó los brazos un par de veces. Yo realmente no me fijaba en nadie ni me enfocaba en nada. Me acordaba de nosotros fumando cristal ese día en la casa de Andy, y comenzaba a sentirme nervioso otra vez y un poco enfermo. Podía verlo todo bastante claro.

Ha lugar. La última declaración del testigo, desde «aunque yo pensaba», etcétera, será retirada del registro. Se ordena al jurado ignorar esa declaración. Testigo, por favor restrinja sus declaraciones a bla bla bla.

¿Por cuánto tiempo antes de ese día había venido consumiendo metanfetamina?

Aproximadamente desde la primavera. Tres meses más o menos.

¿Y cuándo comenzó Jeremy Schiff?

En la misma época que yo.

¿Qué tan seguido lo hacíamos?

Casi todos los días.

¿Cómo lo conseguíamos?

Andy lo conseguía de alguien que él conocía.

¿Quién lo pagaba?

Andy.

Ese era uno de los problemas con Andy. Podía ser un verdadero imbécil, pero también podía ser muy generoso. Tenía un montón de dinero que había heredado de su abuelo, un doctor famoso en el pueblo porque había inventado un dispositivo usado en el tratamiento de víctimas de parálisis. Andy había obtenido parte de su herencia cuando cumplió los dieciocho años, y se suponía que obtendría el resto cuando se graduara en la universidad, lo cual nunca hizo. En el momento en que Jeremy murió, estaba atravesando procesos legales con los que se suponía que obtendría el resto de su dinero por medio de un vacío legal. Hablaba de eso todo el tiempo, y parecía que habría sido más fácil terminar la maldita universidad. Pero él nunca se preocupaba del dinero, ni de hacer que alguien pagara algo, ni siquiera por hacerte sentir que tuvieras que devolverle algo. Podía ser una buena persona en ese aspecto, y podía ser muy gracioso también a veces, solo por la manera en que decía las cosas, y tenía buena apariencia y le gustaba a las chicas. Todo eso hacía que valiera la pena estar con él, a pesar de que él obviamente usaba todas esas cosas para controlarte.

Por favor, continúe describiendo los hechos del ocho de agosto.

Estábamos viendo televisión, algún partido de tenis con María Sharapova. Acabábamos de terminarnos el cristal. Nolan quería fumar, así que Andy fue y trajo una bolsita de hierba y se la entregó. Andy y Jeremy no querían fumar, así que Nolan y yo salimos por nuestra cuenta.

¿Nolan y yo salimos para fumar un pito?

Nolan tenía una pipa.

¿Y los dos dejamos a Andy y Jeremy solos?

Bueno, sí.

¿Eso era inusual?

No.

Pero justo entonces empecé a pensar lo poco usual que era. Siempre éramos los cuatro o por lo menos tres de nosotros saliendo a fumar una pipa, o solo nos quedábamos en la casa. Pero pasó que ese día solo éramos Nolan y yo, y que queríamos salir porque era un bonito día. Pero yo no veía por qué la fiscal querría inferir algo a partir de eso. ¿Qué? ¿Que era seguro que Andy mataría a Jeremy si se les dejaba solos durante diez minutos? ¿Que era como dejar al gato dentro con un doberman? Estaba tratando de hacer trampa otra vez, así que me detuve en la respuesta que le di.

¿Luego qué paso?

Nada. Nolan y yo fumamos un par de pipas.

¿En qué estado estábamos en ese momento?

No puse objeciones a una pregunta como esa. Ahí estaba yo frente a todas esas personas —el jurado, el señor y la señora Schiff, los padres de Andy, que estaban detrás tomados de la mano, la asistente de la fiscal— y ella me pedía que dijera la mierda que soy. Una de las razones por las que creo que no me importaba era que había estado limpio por mucho tiempo desde entonces. Primero, estuve en la cárcel; además, con Andy en la cárcel yo no sabía donde conseguir met si hubiera querido, porque siempre era Andy el que conseguía, y además supongo que simplemente estaba poco dispuesto. Se sentía bien estar limpio después de tanto tiempo. Parte de la atracción del met es que no importa lo cagado que te ponga, siempre te da algo que esperar, y lo que esperas es esa sensación que te hace creer que algo está pasando, algo importante y excitante, incluso si solo estás sentado en una habitación con otra gente cagada que piensa lo mismo que tú mientras todo se va a la mierda. Pero luego de quedar en libertad siempre había algo que estaba pasando, algo que tomó el lugar del met, que era el hecho de que estaba involucrado en un juicio por asesinato. Y no puedo fingir que estaba consciente todo el tiempo de eso, pero sí sentí, incluso en la mitad de mi testimonio, esa especie de desilusión que llega cuando los efectos de la droga están por acabarse. ¿Qué estaría haciendo mañana? Y por eso tampoco me preocupaba por lo que le decía a la gente, porque en verdad no tenía familia y mis amigos estaban muertos o en la cárcel. ¿A quién le importaría?

Bueno, estábamos fumados, pero eso era bastante usual.

¿Usualmente estábamos fumados?

Claro. En ese entonces.

¿Diría que era capaz de pensar con claridad, de tomar decisiones racionales?

Eso me parecía en ese momento. Realmente, no podría estar seguro.

¿Pero sentía en ese momento que controlaba mis acciones?

Sí.

Este fue un punto importante para ella, uno sobre el que habíamos tratado largo y tendido, y yo le había dado la respuesta que ella quería con un poco de molestia, y casi pude verla sonriéndome, como si me acariciara con los ojos y me diera palmadas en la cabeza. Pero yo solo lo decía porque resultaba que era la verdad. Yo sí sentía que tenía control de mis acciones. Los cuatro actuábamos como si tuviéramos control de nuestras acciones todo el tiempo. Eran solo los resultados los que nos hacían dudar de esa sensación.

¿Incluso después de que fumé marihuana?

Sí.

¿Y solo Nolan y yo fumamos marihuana ese día?

Sí.

¿Andrew Munson no había fumado marihuana?

No. No que yo supiera.

Así que, en mi opinión, ¿diría entonces que Andrew Munson tenía control de sus acciones?

Objeción. Ha lugar. El testigo se abstendrá de responder esa pregunta.

¿Podría la fiscalía limitar su línea de interrogatorio bla bla bla? No importaba.

Ella ya había logrado su objetivo de todas maneras. Lo siento, su señoría, etcétera.

¿Qué pasó cuando estábamos fuera que nos hizo volver a entrar?

Escuchamos que el arma se disparó.

¿Y qué fue lo que encontramos cuando entramos?

Andy estaba sentado en la silla y Jeremy estaba en el sofá, tal como los habíamos dejado.

¿Cómo describiría a Jeremy en ese momento?

Parecía estar herido. Pensé que tal vez le habían disparado.

¿Pensé que Andrew Munson le había disparado?

Quizás.

¿Por qué pensaría eso?

Porque hubo un disparo.

¿Y nadie dijo nada?

Le pregunté a Jeremy qué había pasado.

¿Y qué dijo Jeremy?

Nada. Andy dijo que Jeremy se había golpeado la cabeza.

Me señaló con el dedo por un segundo y dejó la boca abierta. Luego antes de que yo pudiera siquiera imaginar qué se traía regresó a su mesa y tomó unos papeles.

¿Andrew Munson dijo que Jeremy se había golpeado la cabeza?

Sí. Eso creo.

Levantó el papel.

En una declaración entregada a la policía la mañana del nueve de agosto, reporté que Andrew Munson había dicho: «Se rompió la cabeza».

Yo no sabía qué decir. Parecía estar molesta. Yo solo me quedé sentado.

¿Negaba yo haber hecho esas afirmaciones?

No podía recordar la declaración y no podía recordar que alguien me hubiera preguntado alguna vez sobre eso. Yo estaba en la sala aquel día y luego Jeremy estaba muerto y luego llegó la policía y los paramédicos y todos los demás y luego tenía que responder un montón de preguntas y luego me dijeron que era libre de irme por ahora pero no tenía a dónde ir, porque sabía muy bien que no podría ir a la habitación en casa de Jeremy, así que dormí en el pasto cerca del lago y a la mañana siguiente los policías me recogieron mientras caminaba hacia el centro y me arrestaron y me llevaron para interrogarme. No podía recordar lo que había dicho en ese momento y tampoco podía recordar exactamente lo que había dicho Andy, pero justo entonces, sentado en el estrado de testigo, lo que pensé que le había escuchado decir fue «Se golpeó la cabeza».

No. Pero no es así como lo recuerdo ahora.

Acérquense al estrado, etcétera. El juez envió al jurado a la sala de deliberaciones.

Hasta donde pude entender, hubo una discusión sobre presentar mi declaración a la policía como evidencia. La defensa ganó la discusión, fuera cual fuera, y el juez llamó al jurado nuevamente. La fiscal regresó a su sitio de trabajo, y parecía un poco molesta.

Andrew Munson dijo que Jeremy se golpeó la cabeza.

En su puesto, la fiscal frunció el ceño y taconeó contra el piso, para mostrar al jurado que ella no creía en mi declaración ni por un momento, pero desafortunadamente, no había nada que ella pudiera hacer contra eso. Ella contaba con muchos recursos en caso de que sucedieran este tipo de cosas.

¿Qué estaba haciendo Jeremy?

Solo estaba sentado en el sofá como si sostuviera su cabeza.

¿Qué pasó con el disparo?

Andy dijo que Jeremy y él estaban jugando a las peleas con el arma y que esta se disparó.

¿Dónde estaba el arma?

Estaba tirada en el suelo.

¿Alguien tocó el arma antes de que llegara la policía?

No. No que yo lo viera.

¿Estaba ahí en el piso en la misma posición cuando llegó la policía?

Sí.

Regresó a su mesa y tomó el arma de una caja grande que estaba debajo y la acercó para mostrármela. Ya me la había mostrado antes. Había una pequeña etiqueta numerada sobre el arma.

¿Reconocía esta arma como la misma escopeta de calibre veinte que pertenecía a Andrew Munson, la que estaba tirada en el piso?

Sí.

¿Cómo estaba seguro de que era la misma arma?

Tenía los mismos agujeros y marcas de rasguños en la culata que había visto antes.

¿Dónde guardaba Andrew Munson el arma?

En un estante para armas en la pared de su habitación.

¿Lo había visto quitar el arma del estante anteriormente?

Sí.

¿Cuándo?

Solía hacerlo todo el tiempo como una broma.

¿Qué era lo que hacía como una broma?

La sacaba del estante y la traía para amenazar a la gente. Era casi una broma frecuente.

No sonaba muy gracioso.

Creo que usted tendría que haber estado ahí para decir si lo era.

¿Por qué otras razones Andy amenazaba a las personas?

Por no estar de acuerdo con él. No escucharle cuando estaba hablando. No respetar sus cosas. Siempre era solo una broma. Nos reíamos de él y lo mandábamos a la mierda, o sea, lo jodíamos.

¿Alguna vez el arma se había disparado antes?

No.

¿Pudimos ver ese día el lugar donde había impactado el disparo?

Sí. Dio en el techo. Andy lo miraba y se quejaba de que tendría que conseguir nuevas tejas.

Andrew Munson estaba preocupado por sus tejas.

Sí.

Se detuvo por unos segundos para dejar que esa idea surtiera efecto.

¿Y en qué momento dijo Andrew que Jeremy Schiff se había golpeado la cabeza?

No lo hizo.

¿No lo hizo?

Bueno, no al comienzo.

¿En qué momento entonces contó Andrew Munson cómo fue que Jeremy Schiff se golpeó la cabeza?

Luego de que Jeremy muriera.

Y, luego, cuando por fin tuvo la ocasión de mencionarlo, ¿dónde dijo que Jeremy se había golpeado la cabeza?

Objeción. Prejudicial y no sé que más. No ha lugar.

En la mesa de café.

¿Cómo dijo que había sucedido?

Estaban peleando con el arma, solo jugando, y Jeremy accidentalmente presionó el gatillo y el arma se disparó y eso asustó a Jeremy que se cayó sobre la parte trasera y se golpeó la cabeza.

¿Jeremy presionó accidentalmente el gatillo?

Sí.

¿Andrew Munson dijo que Jeremy presionó accidentalmente el gatillo?

Sí. Eso fue lo que dijo.

¿Y cómo explicaría yo el hecho de que cuando el arma fue recuperada el seguro estaba todavía colocado?

¡Objeción! El testigo no ha sido presentado a la corte como experto en armas de fuego.

Ha lugar.

Me sorprendió que ella nunca me hubiera mencionado esto antes, pero no me sorprendió lo que me estaba diciendo. Yo sabía que Andy había matado a Jeremy.

Yo lo sabía. Yo sabía que era un hecho que había quedado claro con el paso del tiempo, pero que había estado ahí desde el inicio. Y la información que ella me acababa de dar me ayudaba a explicar cómo había sucedido. Si el arma se disparó cuando el seguro estaba puesto, no fue porque Jeremy jalara del gatillo. Fue porque el arma se golpeó contra algo, y con fuerza.

Nolan y yo habíamos salido. Jeremy probablemente se había empezado a quejar: por qué Andy no nos hacía entrar en la casa, ¿y si los vecinos se quejaban?

Y Andy fue y tomó el arma y regresó con ella y le dijo a Jeremy que se callara. Pero no fue gracioso porque Nolan y yo no estábamos ahí. Así que Andy comenzó a molestarse de verdad y le dijo a Jeremy que era como una niña de ocho años o lo que sea. ¿Sabes cuál es tu maldito problema, Jeremy? Tu problema es que ________. Llenar el espacio en blanco. Y Jeremy diría lo mismo que siempre decía cuando Andy lo jodía tanto como para hacer que se defendiera, incluso sabiendo que eso significaba que terminaría con el brazo torcido tras la espalda o con la cara contra la alfombra, o recibiendo un fuerte golpe en el pecho. Vete a la mierda. Y como Nolan y yo no estábamos ahí para decirles que se calmaran, Andy pasó al segundo nivel, y apuntó el arma hacia Jeremy y dijo: «¿Qué mierda me acabas de decir, imbécil?». Y Jeremy dijo, sin mirar a Andy desde el sofá donde estaba sentado, que te vayas a la mierda. Y así, Andy rodeó la mesa de café hasta llegar a Jeremy y le apuntó con el arma en la cara. ¿Qué dijiste, imbécil? Que te vayas a la mierda. Y Jeremy apartó el cañón del arma de un empujón. Y Andy la volvió a poner en la cara de Jeremy. Y Jeremy se paró y tomó el arma y trató de quitársela a Andy y luego pelearon por unos segundos antes de que Andy se la arrancara, porque era más fuerte y más grande, y luego, ya que Andy estaba molesto y porque nunca pensaba mucho acerca de las cosas que hacía o por qué las hacía, levantó el arma y usó la culata para golpear a Jeremy con fuerza al costado de su cabeza, y el arma se disparó debido al impacto e hizo un agujero en el techo de Andy, y Jeremy sufrió un hematoma epidural que lo hizo sentarse en el sofá por un rato sosteniendo su cabeza y luego se fue a la habitación para echarse, porque se estaba sintiendo muy mal, y poco a poco se desangró hasta morir. Eso yo lo sabía como sabía mi propio nombre.

Cuéntele a la corte lo que sucedió después de eso.

Las cosas volvieron a la normalidad más o menos.

¿Las cosas volvieron a la normalidad?

Más o menos. Jeremy se sentó en el sofá agarrándose la cabeza y el resto de nosotros conversábamos y mirábamos el partido de tenis.

¿Conversábamos y mirábamos el partido de tenis? ¿De qué conversábamos?

De Maria Sharapova. De cómo Andy y Jeremy habían hecho un agujero en el techo. Si debíamos esconder las drogas porque algún vecino podría haber llamado a la policía.

¿No hablamos acerca de la herida de Jeremy?

No.

¿No? ¿Cuándo hablamos finalmente del tema?

Después de su muerte, creo.

La fiscal siguió parada ahí con los brazos cruzados y bajó la cabeza y miró al suelo mientras permanecía callada por unos segundos. Miré a la asistente. Estaba revisando algunas notas. Miré por un instante al jurado y todos estaban mirándome, una mujer en un vestido azul marino, un viejo con anteojos, un tipo joven con una camiseta.

Cuéntele a la corte acerca de la muerte de Jeremy.

Me acomodé en la silla. Era una pregunta un poco abrupta, y por un segundo realmente me quedé en blanco, casi no podía recordarlo. Era una sensación extraña, ya que era algo sobre lo que pensaba todo el tiempo.

Dijo que quería descansar un momento porque no se estaba sintiendo bien. Sonó algo cansado y aturdido. Entró y se echó en la cama de Andy. Nolan, Andy y yo seguimos sentados ahí, conversando. Luego Andy fue a la habitación para esconder las drogas, pero pasó un rato y no regresaba. Luego volvió y dijo que Jeremy estaba muerto.

¿Cómo describiría la reacción de Andrew Munson en ese momento?

Objeción, bla bla bla. Denegado.

No sé. Andy no estaba, digamos, asustado ni nada. Diría que estaba triste, creo, al comienzo. Se veía triste.

Era difícil saber algo de Andy. Uno no podía saber nada con solo mirar su cara o sus ojos, nunca. Todo era un misterio en cuanto a Andy. Pero me sentí impelido a mirarlo justo en ese momento, justo en esa parte de mi testimonio, y lo que vi, creo, me asustó más que cualquier cosa que había sucedido, me asustó incluso más que la muerte de Jeremy, más que haber sido arrestado, más que ir a la cárcel. Andy estaba inclinado hacia adelante en su asiento, balanceándose un poco de atrás hacia delante, y estaba sollozando. Se le podía escuchar. No entendí cómo fue que no lo había escuchado antes. Era lo más ruidoso de la corte. Y, para mí, fue como que todo se hubiera destrozado, como que el mundo se hubiera deshecho. Si Andrew Munson podía sentarse y llorar de esa manera entonces todo lo que yo había conocido estaba mal, todo era una forma de impostura, y todos, todos los que estábamos en esa corte, estábamos colgando de un hilo muy, muy delgado. Y ni siquiera sabíamos el tipo de peligro en el que estábamos.

¿Y qué pasó cuando Andrew Munson nos dijo que Jeremy estaba muerto?

Llamamos a la policía.

¿Inmediatamente?

No, creo que no, no inmediatamente.

¿Qué habíamos hecho primero?

Andy nos dijo que Jeremy se había golpeado la cabeza en la mesa de café. Y escondió las drogas en el sótano.

¿No habíamos entrado a ver el cuerpo?

Habíamos entrado a ver el cuerpo. Habíamos entrado a ver a Jeremy. En verdad, fue lo primero que hicimos. Yo tenía la esperanza de que ella se olvidara de mencionarlo. Andy y Nolan se pararon al pie de la cama, yo me paré al lado, junto a Jeremy. No se veía nada malo en él salvo un poco de sangre que salía de su nariz. Me acerqué a él y puse mi mano sobre su corazón y no sentí nada. Era extraño. No te das cuenta de lo acostumbrado que estás a sentir un latido hasta que dejas de sentirlo. Moví el hombro de Jeremy y dije su nombre un par de veces. Pensé que se despertaría sobresaltado como siempre. Sus ojos siguieron cerrados. No se movió. Estaba sucediendo algo jodido y extraño, y pensé que tenía algo que ver con las drogas. Si solo hubiera podido tener mi cerebro limpio de drogas, habría estado sucediendo algo distinto. Hacía varios meses que había empezado a meterme met todos los días y cuando lo hacía había llegado a sentir que en realidad no me estaba drogando y cuando no estaba drogado, sentía que sí lo estaba, pero no de buena manera. De algún modo, las cosas se habían retorcido, lo que era real no era real y viceversa, y si hubiera podido limpiar mi cerebro no habría estado ahí parado junto al cuerpo muerto de Jeremy Schiff. Habría estado haciendo algo distinto, algo que sería lo real. Habría estado haciendo lo que estaba haciendo un par de horas antes, que era jugar Pac-Man con Jeremy en los videojuegos. A Jeremy y a mí nos gustaban los juegos retro. No tenías que esperar que las máquinas estuvieran libres porque nadie más las jugaba, y había algo especial en su simplicidad, en su inocencia, la manera en que no trataban de empujarte a una escena de sangre y vísceras. Nos hacían sentir niños otra vez. Nos reíamos de la misma manera que lo hacíamos en la secundaria y no nos importaba nada. No teníamos que prestarles atención a Andy y Nolan. Yo era el rey del Pac-Man, y le estaba enseñando a Jeremy. Yo conocía los patrones hasta la decimotercera llave, pero Jeremy nunca podía llegar hasta las llaves, siempre se quedaba en los dragones. Ese día, finalmente, había logrado pasar los dragones, pero se había emocionado tanto que perdió su último Pac-Man casi inmediatamente después de haber conseguido la primera llave. Aun así, yo estaba orgulloso de él. No muchos logran llegar hasta las llaves, y seguro que lo haría mejor la próxima vez. Pero todavía seguía echado en la cama y no se movía. La cosa era sacarlo de la cama y llevarlo de nuevo a los videojuegos. Empujé mis manos contra su pecho un par de veces. Le cerré la nariz y levanté su mentón y traté de echar aire a sus pulmones. Y lo mismo seguía sucediendo. Él seguía echado ahí.

Después de un minuto noté que Andy y Nolan se habían ido. Los podía escuchar en el otro cuarto. Yo seguí mirando a Jeremy. Se le veía en paz.

Usualmente Jeremy se veía agitado, con el rostro tenso y los ojos nerviosos, siempre moviendo las manos. Estaba más tranquilo que nunca, incluso más tranquilo que cuando dormía, cuando solía dar vueltas en la cama y a veces hacía rechinar sus dientes. Parecía que estuviera durmiendo profundamente por primera vez en su vida. Lo dejé así.

Sí, vimos el cuerpo.

¿Los tres juntos?

Sí.

¿Y Andrew Munson dijo algo en ese momento?

No. Solo estuvo ahí parado.

¿En qué momento contó Andy cómo se había golpeado la cabeza Jeremy?

Cuando me reuní con él y Nolan en la sala de estar.

¿Estuve solo en la habitación en algún momento?

Sí.

¿Por cuánto tiempo?

Solo un minuto.

¿Y qué estaba haciendo?

Solo me quedé parado ahí. Luego traté de darle RCP. Luego traté boca a boca.

¿Tenía entrenamiento en alguno de esos procedimientos?

No.

Caminó hacia atrás y adelante por unos pocos segundos.

¿Quién decidió llamar al 911?

Andy.

¿Cuánto le había tomado decidirse?

Unos pocos minutos.

¿Le había tomado unos pocos minutos decirles cómo habían sucedido las cosas?

Sí.

¿Cómo Jeremy se había golpeado la cabeza en la mesa de café?

Sí.

¿Había escuchado el testimonio del patólogo forense esa mañana?

Sí.

¿Había escuchado su testimonio acerca de las fracturas con hundimiento de cráneo del tipo que sufrió Jeremy?

Sí.

¿Le escuché decir que una fractura de ese tipo era el resultado de una fuerza considerable?

Sí.

¿Sabía de qué estaba hecha la mesa de café de Andrew Munson?

Pensé que estaba hecha de algún material barato.

¿Y tenía esquinas filudas?

No lo recuerdo.

De repente, la fiscal se alejó por un segundo y yo miré a Andy. Él seguía llorando, pero más despacio ahora. Me alegró que se hubiera callado un poco. Parecía que no quería mirarme ni mirar a nadie. Me sentí mal por él, porque tuviera que estar así frente a todas esas personas. Era como que lo hubieran destajado y le hubieran dado la vuelta, y eso me incomodaba y me daba miedo.

¿Era esta la habitación de Andrew Munson?

Me mostraba una fotografía. La recordaba de la preparación de testigos.

Sí.

¿Su mesa de café?

Sí.

¿Cómo describiría yo las esquinas y los bordes?

Sin filo. Algo redondeados.

Se fue y dejó la foto.

¿Quién le contó a la policía sobre el arma?

Andy.

¿Y les había contado lo mismo que le contó a Nolan y a mí? ¿Que Jeremy había disparado el arma accidentalmente?

Sí.

¿Cuándo se lo dijo a la policía?

Apenas llegaron.

¿Apenas llegaron? ¿Diría yo que Andrew Munson estaba más apurado por contar su historia a la policía antes que llamar al 911 en primer lugar?

¡Objeción! La fiscalía sigue con su no sé qué, su señoría. Ha lugar.

La fiscal cruzó los brazos y puso una mano en su mentón y cerró los ojos como si hiciera mucho esfuerzo en pensar.

¿Había escuchado al patólogo forense decir que solo apenas el veinte por cierto de hematomas epidurales acaba en muerte?

Sí.

¿Y le había escuchado decir cuál era el factor más importante en el tratamiento de los hematomas epidurales?

Sí.

¿Cuál era ese factor?

Atención médica inmediata.

Movió la cabeza de arriba abajo hacia el jurado y repitió las palabras —atención médica inmediata— moviendo la cabeza de arriba abajo con cada palabra.

Entre el momento en que Nolan y yo escuchamos el disparo y el momento en que Andrew Munson nos dijo que Jeremy Schiff estaba muerto, ¿alguno de nosotros había sugerido llevar a Jeremy al hospital?

No.

¿Andrew Munson lo sugirió?

No.

¿Yo lo había sugerido?

No.

¿Se me ocurrió que podía ser una buena idea llevar a Jeremy Schiff al hospital?

No, creo que no.

¿Ni cuando Andrew Munson dijo que Jeremy se había golpeado la cabeza, ni cuando Jeremy dijo que le dolía la cabeza, ni cuando dijo que necesitaba ir a echarse porque no se sentía muy bien?

No.

La fiscal había dejado de ser amable conmigo, eso era obvio, y me estaba haciendo preguntas que no me había hecho antes, y nos estábamos acercando al área a la que yo no quería acercarme, y no sabía cómo explicar mi reacción aquel día. Lo único que se me ocurrió en ese momento, en verdad, fue que no deberíamos haber ido donde Andy. Recuerdo que pensaba mucho en eso. Sabía que Jeremy no estaba contento conmigo por llevarlo allá.

Casi una semana antes, los dos habíamos pedido prestado el bote del tío de Jeremy para ir a hacer esquí acuático. Era algo que solíamos hacer en la secundaria, y Jeremy quería ir un día porque decía que necesitábamos hacer ejercicio y respirar aire fresco. Condujimos el bote fuera del lago y nos dirigimos al río, donde el agua era tranquila como en un espejo. Pero después de haber hecho todo el camino, nos dimos cuenta de que habíamos dejado el esquí en el garage del tío de Jeremy.

El sol estaba muy brillante y lanzaba rayos amarillos sobre el agua que reventaban en mis ojos y me daban dolor de cabeza. No teníamos drogas ni alcohol. Jeremy detuvo el motor y flotamos cerca de una ensenada donde había muchos juncos y una tortuga sobre un madero y un nido de águila pescadora en lo alto de un viejo pilote. Me puse a pensar cuánto demoraría yo en sugerir que regresáramos el bote, y luego, después de que nos hubieran dado un aventón y que estuviéramos de vuelta en el pueblo, cuánto nos tomaría llegar a casa de Andy. Me puse a pensar cómo podría pedirle a Andy que nos dejara fumar un poco. Yo sabía que él fumaba cuando nosotros no estábamos ahí, pero él siempre fingía que no, diciéndonos que no debíamos fumar met porque eso era lo que nos hacía adictos. Yo ya era adicto de todas maneras así que esa lógica no me engañaba. Solo era otro truco de Andy para darnos órdenes.

Jeremy estaba determinado a hacer un poco de ejercicio, así que se quitó la camiseta y se sumergió para nadar. Lo miré chapotear en el agua clara y juguetear con un chaleco salvavidas, ajustando las correas sin ningún motivo, solo por hacerlo. Al poco rato Jeremy regresó nadando al bote y se agarró de la escalera.

«¿Vamos a ir a casa de Andy otra vez hoy?», preguntó.

«Claro», contesté. «¿Por qué no?»

Extendió la mano sobre el agua y estiró los dedos, movió el brazo haciendo pequeñas ondas, sintiendo la superficie. «Te podría dar varias razones», respondió.

«¿Cuáles?»

«Que es un imbécil, por ejemplo. Que no tenemos ninguna razón para pasar el tiempo con él. Y cuál es exactamente el objetivo que esperamos alcanzar.»

«¿Tenemos que lograr un objetivo?», dije yo. «No sabía que teníamos que lograr un objetivo hoy.»

Comenzó a golpear el agua con la palma de la mano, pequeños golpes que hacían un tintineo, lo único que se podía escuchar aparte de los autos que pasaban zumbando por la carretera al otro lado del río. «Tenemos que alcanzar algún objetivo alguna vez, ¿no?», dijo. «Carajo, eres el único de los cuatro que al menos tiene un maldito trabajo.»

«Andy tiene dinero. Está comprando.»

«Sí», respondió él, y sumergió su boca en el agua y salió escupiéndola entre sus dientes. «Gran cosa.»

«Todavía estás molesto con él por lo de ayer», dije.

El día anterior habíamos estado en casa de Andy sentados alrededor de la mesa de la cocina. Jeremy tomaba una cerveza y la ponía justo detrás de su codo en la mesa. Andy le dijo que iba a botar la botella de la mesa con el codo. Jeremy le dijo que no, que no lo iba a hacer, y no lo hizo. Siguió poniendo la botella en el mismo sitio mientras bebía de ella y Andy siguió mirando lo que él hacía. Cuando la cerveza estaba casi a la mitad, Andy se estiró sobre la mesa muy rápidamente y rozó el brazo de Jeremy haciendo que su codo golpeara la botella y la derribara. La botella no se rompió pero la cerveza se derramó por todo el piso. «Te lo dije», dijo Andy, e hizo que Jeremy limpiara todo.

Jeremy subió por la escalera y se metió al bote. Se veía más flaco que la putamadre. Yo también me veía flaco, lo sabía. No me gustaba mirarme a mí mismo, lo cual podría haber sido la razón por la que no me quité la camiseta ni me metí a nadar. Me preocupaba eso un poco, el no comer ni dormir, y solía revisar mis dientes en el espejo para ver si se estaban estropeando, pero no, aún estaban bien.

«Es que… ¿por qué tengo que soportar toda esa mierda?», dijo Jeremy.

«No tienes que hacerlo», dije yo. «Mándalo a la mierda.» En realidad, esa era una manera de provocarlo. Jeremy no podía mandar a Andy a la mierda.

Miré a Andy. Había dejado de llorar por un minuto pero respiraba fuertemente, como si no tuviera aire, como si alguien lo hubiera golpeado.

Puso su mano sobre su pecho por un segundo, para sentir sus latidos luego de haber nadado. Siempre pensaba que tenía arritmia cardíaca. Por un momento luego de que muriera incluso yo pensé que tal vez tenía razón, que esa había sido la causa. Pero luego dieron el informe del forense.

«¿Cuántos años tiene el imbécil de Andy?», preguntó Jeremy. «O sea, ¿tiene doce años el idiota?»

En verdad, Andy a veces actuaba como si tuviera doce años. Las personas solían considerarlo como algo atractivo, pero yo me daba cuenta de que eso no duraba mucho rato. No le quedaban muchos años para actuar así antes de empezar a parecer un idiota.

«¿Sabes qué, Mike? Siento que ya he superado toda esta mierda.» Estaba temblando, usando su camiseta para secarse, porque además nos habíamos olvidado de llevar toallas. Lanzó su camiseta sobre el asiento contrario y siguió temblando. «Ya basta de tanta mierda. Tal vez tú y yo deberíamos mudarnos a Spokane. Podríamos encontrar un departamento y conseguir empleos y ahorrar dinero para la universidad estatal.»

«Sí, podríamos hacer eso», respondí. «Eso suena como un plan.» Me miró con una expresión algo optimista. Yo sabía que no era una mala idea. A los dos nos habría venido bien un cambio. Pero yo no estaba listo para cambiar en ese momento, y si yo no estaba listo para cambiar, entonces Jeremy no iba a cambiar, aunque yo nunca entendí realmente por qué era así.

«Es que, ya sabes, eres como un hermano mayor para mí, Mike», dijo, como si respondiera la pregunta que yo tenía en mi mente. Fue entonces que dijo, justo en ese momento, lo que les dije a los fiscales más adelante. «Tenemos que ayudarnos a salir de esto», dijo Jeremy.

Yo asentí, jalando la correa del chaleco salvavidas. Era de color amarillo y negro, y el flotador de espuma se sentía tibio en mis manos. «Tienes razón», le dije. «Y lo haremos.»

Él seguía mirándome con esa expresión optimista, y yo no sé cómo me veía yo o qué vio él en mi rostro, pero inmediatamente frunció el ceño y entornó los ojos y miró hacia donde estaban los juncos, donde la tortuga aún estaba sentada bajo el sol, sin haberse movido ni una pulgada. «Bueno», dijo. «Pero hoy iremos donde Andy.» Luego no dijo nada más y avanzó hasta la parte delantera del bote y presionó el interruptor de encendido y yo fui y me senté frente a él y regresamos con el bote al pueblo y fuimos a casa de Andy. Y seguimos yendo hasta el día en que Jeremy murió.

¿No hubo algún indicio de que Jeremy Schiff estaba seriamente herido?

Yo no lo creí. No estaba seguro. Él parecía estar bien.

¿A mí me pareció que él estaba bien?

Más o menos. Quiero decir, creo que sí.

¿No dije yo que se veía herido? ¿No había dicho yo que se agarraba la cabeza? ¿No había dicho que se le veía «cansado y aturdido»?

Sí.

¿Esa era la manera en que Jeremy actuaba normalmente luego de usar metanfetamina?

No.

¿Normalmente quería ir a echarse porque no se sentía bien?

No.

A mi juicio, ¿eso no parecía suficiente razón para alarmarse?

No. Quiero decir, me pareció que no. O sea, yo no me alarmé en ese momento.

¿Cómo respondimos cuando Jeremy Schiff dijo que no se sentía bien y que necesitaba ir a recostarse?

Miré a Andy. Había dejado de llorar por un minuto pero respiraba fuertemente, como si no tuviera aire, como si alguien lo hubiera golpeado. Él me estaba mirando, y yo traté una vez más de ver si podía hacer que sus ojos me dijeran algo sobre él, pero lo único que pensaba que podía ver en sus ojos era que estaba muy cansado, y que quería que todo se acabara. Incluso parecía que tal vez se estaba sintiendo como yo me sentía al inicio, que solo quería que alguien llegara al fondo del asunto, para que todos pudieran dejar las cosas en paz, dejar a Jeremy en paz. No se le veía asustado de lo que yo iba a decir. Pero yo sí tenía miedo de lo que estaba a punto de decir. Podía sentir a todos mirándome. Me sentía como si estuviera siendo cazado, como si necesitara escapar hacia algún rincón en alguna parte. Si de alguna manera me hubiera podido esconder en un rincón, en algún lugar donde nadie pudiera alcanzarme, habría podido decir la verdad. Había intentado mentir, pero en ese momento supe que no lo haría. Todo parecía llamar a la verdad. No solo eran los ojos de todo el mundo, no solo eran los ojos de Andy, era como si incluso el aire en la corte estuviera buscando la verdad, como si la imagen de Jeremy que tenía yo en mi mente estuviera llamando a la verdad, como si la verdad fuera algo inevitable. Yo solo tenía que meterme en ese rincón escondido para decir la verdad. Así que cerré los ojos, y funcionó: encontré mi rincón.

Nos reímos.

Mis ojos estaban cerrados y había silencio. Luego escuché que Andy empezaba a llorar de nuevo. Mantuve los ojos cerrados. La voz de la fiscal vino por el aire y envolvió mi cabeza.

¿Nos reímos?

Sí.

¿Había algo de qué reírse?

Mis ojos estaban cerrados y yo estaba recordando y hablando al mismo tiempo y no podía diferenciar el recuerdo de la conversación.

Jeremy dijo que no se sentía bien y que quería ir a recostarse. Le preguntó a Andy si podía echarse en su cama. Su voz parecía la de un borracho y arrastraba las palabras. Andy dijo que claro que sí, lo cual me sorprendió. Hasta lo dijo con una voz suave. No le hizo ningún problema. Jeremy se levantó del sofá con una mano agarrando un lado de su cabeza y dio un paso y se golpeó con la mesa y luego casi se tambaleó hasta la habitación. Era como si la tierra se estuviera moviendo bajo sus pies, siguió tambaleándose de un lado a otro a cada paso como si estuviera tratando de rodear algo, como si fuera un niño que acaba de dar vueltas en un carrusel. Se veía gracioso. Nos reímos, los tres, aunque recordé entonces que Andy no se había reído como nos reímos Nolan y yo. Se rió a medias, como si se estuviera riendo solo porque Nolan y yo lo hacíamos. Y quizás Nolan no estaba realmente riéndose mucho, tampoco. Tal vez yo era el único que se estaba riendo realmente. Quizás yo era el único que pensaba de verdad que era algo gracioso. No sé por qué. Era como aquella vez con el auto, solo parecía gracioso. El sol entraba por las cortinas y atravesaba el piso y el arma estaba tirada ahí y yo estaba riéndome de Jeremy mientras la sangre se amontonaba bajo su cráneo golpeado y presionaba su cerebro, perturbando su equilibrio y haciendo que no pudiera caminar derecho.

Abrí los ojos. No podía diferenciar entre lo que había estado diciendo y lo que había estado recordando. Miré alrededor para ver la mirada de los ojos que me observaban, y todas las miradas se veían igual, el jurado, la fiscal, la asistente de la fiscal, los padres de Andy, los padres de Jeremy, incluso Andy. Todos los ojos en el lugar eran los mismos, fijos, de piedra, muertos, incluso los que tenían lágrimas saliendo de ellos, como los de Andy. Todos los ojos decían que se había terminado, al fin, que el libro se había cerrado en algún punto. Para los ojos, todo había terminado.

No más preguntas, su señoría.

¿La defensa desea interrogar al testigo?

Los abogados defensores bajaron las cabezas y susurraron mientras Andy seguía sentado ahí con las lágrimas saliéndole de los ojos, ya sin mirarme. Ya nadie me miraba. El abogado defensor se puso de pie.

No, su señoría.

El testigo puede retirarse.

Consiguieron lo que querían de mí, y supongo que yo conseguí lo que quería de ellos. Pero todavía no quería irme. No sentía que las cosas hubieran terminado. Pero no me dieron alternativa.

Salí de la corte y atravesé el pasillo que me llevaba fuera del tribunal. Estaba anocheciendo, y todavía seguía nevando. Caminé hasta mi auto y limpié mis ventanas y me metí dentro, pero cuando giré la llave el motor no encendía. No había nadie en el estacionamiento que me pudiera dar un empujón, y no tenía ganas de esperar. Caminé por la calle hasta un bar y pedí una cerveza y le di al barman un poco de dinero y miré mi billetera para ver cuánto me quedaba. Era un bar oscuro, sombrío, y no había nadie salvo unos pocos borrachos empedernidos sentados en la barra y no hablaban mucho y se quedaban viendo la tele. Pero había una chimenea con un fuego lento, y cerca había una pequeña mesa donde podía sentarme y calentarme. Me senté en ella y miré por la ventana hasta que se acabó mi cerveza y luego pedí otra y otra más, y luego se me acabó el dinero. Me quedé sentado con mi última cerveza y miré cómo oscurecía tras la ventana, veía la nieve caer. La puerta se abrió, y entró la asistente de la fiscal. Estaba sola, y verla encendió una chispa dentro de mí, pero la chispa se fue poniendo densa y no traté de sonreír, solo levanté mi mano para saludar. Ella me devolvió el saludo levantando un dedo, sin cambiar la expresión de su rostro, que mostraba aún el frío de fuera. La vi sentarse en la barra, dejar su bolso y pedir un trago, dándome la espalda. Nunca me volvería a hablar, lo sabía, y sentí como que estuviera en un pequeño rincón de mi mente en algún lugar, atrapado en un pequeño espacio y escondido incluso del resto de mí mismo, encerrado de manera que nunca pudiera desmoronarme como lo hizo Andy, llorando por lo que había perdido. Y sabía que por el resto de mi vida me sentiría siempre igual, estaría por siempre en el mismo sitio. Pero mientras la miraba, sentada en el taburete con las piernas cruzadas, bebiendo su trago, con asientos vacíos a su alrededor, supe cuál era el testimonio que yo había querido terminar, y que no me sentaría junto a ella para decírselo.

Era una historia acerca de cómo Jeremy y yo a veces nos quedábamos despiertos en la oscuridad y él me contaba lo que de verdad quería, que era volverse piloto. Comenzó a contarme esa historia en la oscuridad cuando teníamos trece años, y en realidad nunca la terminó; la historia continuó durante años. Cuando teníamos trece años, la historia era siempre sobre cómo se sentiría volar los aviones, y por la manera en que Jeremy lo describía, yo también podía sentirme, echado al otro lado de la habitación, flotando entre las nubes. Luego, cuando crecimos, la historia era acerca de los pasos que uno tenía que dar para prepararse, sobre cómo obtener una licencia, cómo entrar en una escuela de aviación comercial, y cómo Jeremy intentaría lograr todo ello, y yo me quedaría dormido escuchando su historia porque la había escuchado tantas veces que ya no me quedaba ningún ánimo que darle, y porque Jeremy habría sido un piloto terrible, siempre preocupado, nervioso y asustado. Y entonces yo me quedaría callado y esperaría a que él se callara, cosa que sucedía pronto, y una vez que se callaba, yo sabía que él estaba volando los aviones como él se imaginaba a sí mismo, firme y seguro en los controles a miles de pies de la tierra, y entonces, mientras yo me dormía, podía sentirme feliz de que Jeremy quisiera ser un piloto, porque yo realmente nunca había querido ser nada. Y luego lo escucharía moverse en la oscuridad, sabiendo lo que él estaba haciendo, incluso mucho tiempo después, cuando ya ni me preocupaba por mirar: estaba echado a la luz de la luna, poniendo su mano sobre su corazón, asegurándose de que todavíaestuviera latiendo.


Traducción al castellano de Julio Durán

Escrito por Keith Lee Morris
Ilustrado por Matías Tolsà